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Carta de León Trahtemberg a los alumnos de los colegios del Perú

Queridos alumnos de los colegios del Perú:
En las recientes semanas muchos de ustedes han sentido mucha cólera y malestar porque de un momento a otro les cambió la vida y se interrumpieron sus planes, debido al obligado encierro y suspensión de clases que ha motivado la epidemia del coronavirus.
Al principio ese encierro nos incomodó y molestó a todos; alumnos, profesores, padres y abuelos la pasamos mal. Nos costó aceptar esa situación y adaptarnos. Tuvimos que esforzarnos para encontrar una nueva forma de vida. La rutina en casa tuvo que recomponerse y las clases escolares tuvieron que trasladarse al mundo virtual, con todas las dificultades iniciales que tiene hacer algo difícil para lo que no estábamos preparados y que nos complicaba la vida a todos.
Afortunadamente muchos tuvimos la fuerza anímica para ir acomodándonos poco a poco, dejar atrás nuestra cólera y esperar con resignación y paciencia el momento de regresar a la vida normal que conocimos antes del encierro. Pero eso no ha sido igual para todos.
Algunos de ustedes se han adaptado muy bien, pero otros no. Algunos han logrado una forma estable de cumplir con su rutina en casa y la vida escolar a distancia, comunicarse con sus amigos y amigas, y recrearse con videojuegos o televisión. Ha sido como pasar bien por un primer examen de su capacidad de enfrentar situaciones difíciles e inesperadas.
Sin embargo, hay algunos compañeros y compañeras de ustedes que no la están pasando bien. Se sienten solos, tristes, se pelean con hermanos, no se comunican bien con su papá o mamá, y sienten mucha angustia y desesperación. Extrañan mucho a sus amigos y amigas; a algunos les duele no poder abrazar a sus parejas, y aunque chatean por celular o video, no sienten la intimidad que tenían cuando estaban juntos. Todos ellos han perdido algo de su energía positiva y están siendo vencidos por los pensamientos de angustia y
dolor.

Acá, los que se han adaptado mejor, tienen una oportunidad para expresar su amistad de una manera especial. Quien se siente bien, es como si tuviera en su cuerpo un extra de energía positiva disponible. Y el que se siente mal, es como quien tiene un faltante de energía positiva por lo que le está ganando la energía negativa.
Los que se sienten bien tienen la oportunidad de observar a sus compañeros y compañeras, detectar quiénes se sienten mal, y tomar como reto transmitirles esa energía positiva que les falta para que también ellos se sientan bien. A veces basta con sonreír o saludar a alguien, o quizá decirle “me doy cuenta que te estás sintiendo mal. ¿Puedo ayudarte en algo?” para que esa persona se sienta acogida. Es posible que reaccione diciendo “no tengo nada, estoy bien”. Pero quizá esa es solo una forma de probar si de veras a ustedes les importa su dolor, o si es un comentario para salir del paso. Si alguien les dice “estoy bien” pero su intuición les dice que algo le está pasando, insistir en acercarse, o hacerlo de manera indirecta, puede ser la llave que abra las puertas de su corazón.
Saben, el reto del coronavirus no está en encontrar la medicina o vacuna que nos proteja la salud. El reto está en poner a prueba nuestra capacidad de ser generosos, empáticos, solidarios, preocuparnos el uno por el otro, porque la suma de todas esas preocupaciones mutuas es la que hará que todos en conjunto nos queramos y protejamos de cualquier mal.
A algunos de ustedes los he escuchado decir que hay que cuidar el medio ambiente, evitar la contaminación, impedir que nos afecte el cambio climático… pero ¿qué hay con el medio ambiente humano? ¿Con el sentimiento de amor que está detrás de esa búsqueda de vivir en un mundo mejor? ¿Qué hay con la salud del alma, sin la cual el cuerpo nunca funcionará bien?
Piénsenlo queridos estudiantes. Si cada uno de nosotros hace un pequeño esfuerzo por preocuparse por los compañeros que no la están pasando bien, será bueno para todos. Para los acogidos, porque sentirán que alguien los quiere, que su vida les importa y que vale la pena hacer el esfuerzo por salir adelante. Y para ustedes, porque habrán descubierto que tienen una capacidad de amar, que será su contribución para construir un mundo mejor.
Cuando uno ayuda al otro, la recompensa no está en la retribución o el agradecimiento, sino en la porción de amor que se genera al ponerse al servicio del otro.

Les mando un abrazo
León Trahtemberg
Líder Pedagógico
Colegio Áleph