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“Del patio a las clases de zoom”

El ser humano es uno de los pocos mamíferos que al nacer no ha concluido el desarrollo de su sistema nervioso, el encargado de todas las funciones, desde el control de los movimientos hasta el lenguaje. Por ello necesitará de los cuidados de un adulto, en este caso los padres, y de una serie de condiciones que garantice la culminación de este desarrollo. Una de estas condiciones es la estimulación sensorial.

El cerebro necesita para desarrollarse una serie de estímulos sensoriales en una cantidad suficiente que le permita alcanzar niveles de funcionamiento más complejos.

¿Cuáles son las sensaciones más importantes desde el cerebro para completar su desarrollo? Son las sensaciones vestibulares (movimiento y equilibrio), propioceptivas (esquema corporal) y táctiles(contacto), llamadas sensaciones «de poder» por el gran impacto a nivel cerebral. Estas sensaciones, son claramente visibles en la conducta de un niño pequeño: moverse, adoptar diversas posiciones con su cuerpo y tocar los objetos. Cuando un niño explora su cuerpo y el entorno que lo rodea recibe la estimulación sensorial necesaria para completar el desarrollo de su cerebro.

Además de estas sensaciones, se suman el resto de los sentidos más conocidos: sentido visual, auditivo, olfativo y gustativo.

Los niños suelen involucrarse de manera vigorosa en la exploración sensorial, el juego y el movimiento constante como formas de tomar esos estímulos. Esto se conoce como “flujo sensorial o cuota sensorial” diaria.

¿Cómo era este flujo sensorial hasta antes de la cuarentena?

El niño se levantaba a una misma hora, se alistaba e iba en el auto o movilidad al colegio, contemplaba imágenes por la ventana, percibía la brisa del aire en su rostro y escuchaba el ruido de los niños jugando al llegar al colegio. También se desplazaba corriendo una serie de metros al día, lo que podría superar fácilmente el kilómetro, aún en niños de 3 años. Luego percibían las sensaciones táctiles de las diferentes gemas al hacer la composición, así como las texturas de las sogas al trepar el átomo. Sentir su cuerpo moverse vigorosamente, empujando el vagón trasladando a otros niños o manejando el triciclo, también eran sensaciones cotidianas que le brindaban placer y sentido de pertenencia. Los olores y sabores del comedor, sumados al sonido de las voces de los amigos conversando sobre la comida o lo sucedido en el día.

Este flujo de estímulo sensorial que los niños recibían diariamente estaba estructurado, dosificado y recibido en compañía de otros niños ya sea jugando, proponiendo o desarrollando alguna investigación. Inclusive el asombro de explorar a detalle las alas de una mariposa entre las plantas del biohuerto, o de ensuciarse las manos moldeando la arcilla para representar alguna idea desarrollada en los atelieres, formaba conexiones entre neuronas contribuyendo al desarrollo cerebral.

Todo ese flujo cerebral se ha visto interrumpido de pronto. Entonces, tenemos niños que están inquietos en casa sin saber ellos mismos qué hacer, niños que se llevan cosas a la boca para chuparlas o morderlas, niños que se tiran sobre el sillón en diversas posiciones para intentar «sentir algo intenso», lo que los ha llevado inclusive a comerse el jabón o los fideos crudos. Los niños han alterado sus ritmos de sueño y vigilia, de ir al baño o tener hambre, con pocas posibilidades de moverse, sentir su cuerpo, tocar y descubrir todas las sensaciones que recibía diariamente de forma placentera en compañía de un otro. Entonces puede llegar la noche y el niño no tener sueño, porque siente que no ha recibido aún toda la estimulación sensorial a la que estaba acostumbrado, buscando más «acción».

En este panorama, ante la modalidad educativa a distancia, tenemos que preparar a los niños para conectarse de la mejor manera en sus sesiones de trabajo. Y propongo cuatro ideas básicas desde el área sensoriomotriz que pueden ayudar:

1- Aumentar el flujo sensoriomotor

Los niños necesitan recibir de alguna forma toda esa cantidad de sensaciones que recibían de forma cotidiana.

Aquí dos ideas básicas:

Promover el juego con todo el cuerpo: escondidas, lanzar y atrapar pelotas. Pueden asistir a las mañanas comunitarias relacionadas con el movimiento, como una posibilidad de moverse.
Establecer una pequeña rutina de ejercicios de resistencia: estirarse, levantar pequeñas pesas con una y ambas manos, saltar en el sitio doblando las rodillas, jalar la soga.

2-Establecer una rutina con transiciones.

Debemos crear una estructura que ordene el tiempo y el espacio. No se trata de elaborar un horario estricto, sino de distribuir los momentos del día de una forma ordenada pero flexible. Es muy importante para el niño que sepa el horario y lugar de los momentos para levantarse y acostarse, momentos para jugar, hacer sus responsabilidades, clases a distancia y almuerzo. La predictibilidad le brinda seguridad al niño y puede serle más fácil prepararse para lo que viene. La rutina también implica qué existen espacios para jugar, comer y llevar sus clases a distancia.

Las transiciones ayudan en la preparación entre un momento y otro. Leer un cuento, ir a lavarse las manos o ayudar a ordenar son estrategias que permiten al niño reducir su nivel de actividad y estar listo para un mayor control de su cuerpo.

3-Promover la autonomía y la participación.

La mejor estimulación corporal es aquella que conduce a la autonomía, al correcto manejo de su propia conducta en las actividades de vestido, alimentación, higiene y aseo que realiza diariamente. Asimismo, y de acuerdo a su edad, debemos promover su mayor participación dentro de la dinámica de la casa a través de pequeñas responsabilidades: colocar la mesa, limpiar una zona de la casa, ordenar su casa o llevar a cabo pequeñas tareas en la cocina.

4-La relajación y el tiempo libre

Así como hay momentos en los que se tienen que llevar a cabo tareas de forma activa, debemos crear espacios donde el niño proponga qué hacer, como llevar a cabo una receta, preparar un pequeño snack para todos o ponerse a dibujar. Asimismo, considerar los momentos de relajación y actividades tranquilas como escuchar música utilizando audífonos, hacer o recibir masajes o leer un cuento dentro de una tienda improvisada construida con telas. Es importante considerar que el colegio brindaba a los niños una estructura diaria que hacía que ellos supieran qué les tocaba hacer y en qué lugar. Con los amigos y junto a la maestra gestionaban la mejor forma de hacerlo.

Durante el momento de conectarse de manera virtual, es importante considerar:

Un espacio establecido, cómodo y con elementos visuales que le ayuden a realizar mejor la transición al encuentro con su escuela.
Una silla que le permita colocar los pies en el piso, apoyar su zona lumbar en el respaldar en la silla y en lo posible, que tenga apoyabrazos.
Un escritorio o mesa que le permita apoyar sus codos y así sostener mejor su cabeza.
Pantalla del dispositivo (laptop, tablet) a la altura de sus ojos, para evitar el cansancio del cuello.
Necesitamos organizar esta nueva rutina, adaptarnos a ella, fomentar el desarrollo del niño, y colaborar en su aprendizaje. Siéntanse acompañados por nosotros para construir estrategias y dialogar.

Algunas referencias útiles:

Coping with life in isolation and confinement during the Covid-19 pandemic- Nathan Smith and Emma Barrett look to extreme environments for tips. https://thepsychologist.bps.org.uk/coping-life-isolation-and-confinement-during-covid-19 pandemic

Stevenson, R. A., Ghose, D., Fister, J. K., Sarko, D. K., Altieri, N. A., Nidiffer, A. R., Kurela, L. R., Siemann, J. K., James, T. W., & Wallace, M. T. (2014). Identifying and quantifying multisensory integration: a tutorial review. Brain topography, 27(6), 707–730. https://doi.org/10.1007/s10548-014-0365-7

Roley, S. S., Blanche, E. I., & Schaaf, R. C. (2001). Understanding

Pedro Sánchez Velásquez

Terapeuta Ocupacional

Atelier Psicopedagógico Áleph