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Somos parte de una comunidad educativa en la que todo forma parte de un gran proceso de aprendizaje.
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En Áleph creamos una relación estrecha entre arquitectura, espacialidad y pedagogía.
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Educación cívica verdadera

Los alumnos no aprenderán educación ciudadana a partir de conceptos idealizados de las normas que rigen la vida democrática o los valores ciudadanos, como si fuera un tema académico, sino a partir de enfrentar temas y dilemas de la vida real sobre los que los estudiantes toman posición luego de encarar dilemas complejos.
Mientras leía el libro «Jugarse la Piel» (Nassim N. Taleb) encontré una serie de situaciones fascinantes de la vida real que se prestan para el debate y la interiorización de conceptos con enormes implicancias prácticas y éticas que podrían ser altamente estimulantes para los estudiantes.
Por ejemplo dice «Cuánto más tienes que perder, más frágil eres» (pág. 155) y luego escribe expresiones como «La vulnerabilidad de la familia es algo que se ha explotado mucho a lo largo de la historia… No es un secreto que las grandes empresas prefieren a empleados con hijos; quienes afrontan riesgos son más fáciles de dominar…» (162-163) y sigue con algunos ejemplos desde los samurais hasta nuestros días.
Así como me dejó pensando y reconociendo cantidad de situaciones afines que he visto en mi vida me preguntaba si no merecen nuestros alumnos estar expuestos a este tipo de estímulos intelectuales, en vez de las tediosas, aburridas y distantes temáticas de las tradicionales clases escolares. ¿No es más interesante para ellos discutir por ejemplo si abrir la vida pública al 100% de normalidad (y que cada uno vele por su salud) o mantener la intervención del estado para normar y limitar la conducta de los ciudadanos?
Creo que es tiempo de aggiornar la educación ciudadana.
León Trahtemberg
Líder Pedagógico
Colegio Áleph
Fuente: https://www.trahtemberg.com/articulos/3753-2021-03-24-17-08-20.html
Cómo ayudar a un adolescente a salir de un agujero en la tarea

Mientras más estudiantes se atrasen en la pandemia, es menos probable que sientan que pueden ponerse al día.
La escuela pandémica está pasando factura a los estudiantes, especialmente a los adolescentes. Un estudio reciente , realizado por NBC News y Challenge Success, una organización sin fines de lucro afiliada a la Escuela de Educación para Graduados de Stanford, encontró que un 50 por ciento más de niños en la escuela secundaria informan sentirse desconectados de la escuela este año que el año pasado. En diciembre, Education Week informó que las escuelas estaban viendo “ aumentos dramáticos en el número de calificaciones reprobatorias o casi reprobadas ” en las boletas de calificaciones .
Un síntoma importante de la desvinculación escolar es no entregar la tarea, un problema que fácilmente puede crecer como una bola de nieve. Cuanto más se atrasan los estudiantes, más abrumados se sienten a menudo y es menos probable que sientan que pueden ponerse al día .
La buena noticia es que descubrir si faltan tareas es un primer paso para ayudar a los niños a volver a la normalidad. Solo necesita tener en cuenta algunas consideraciones.
La empatía te llevará más lejos que la ira
En este punto de la pandemia, descubrir que su hijo ha dejado que el trabajo escolar se desvanezca puede desencadenar una respuesta de enojo. Todo el mundo está agotado por las exigencias de la vida pandémica y muchos padres ya están operando hasta el último nervio . Sin embargo, es probable que enojarse haga que los niños adopten una postura defensiva o minimizadora. En cambio, trate de ser compasivo. Lo que más necesitan los estudiantes que se han quedado atrás son socios para la resolución de problemas que quieran comprender por lo que están pasando.
Si tiene problemas para reunir su empatía, tenga en cuenta que hay muchas buenas razones por las que un estudiante podría perder el ritmo este año. Por ejemplo, Ned Johnson, tutor profesional y coautor del libro «The Self-Driven Child», señaló que la mayoría de los adolescentes tienen muy poca experiencia en la gestión del correo electrónico, que ahora es una fuente principal de información para quienes se encuentran en arreglos remotos o híbridos. . “Sabemos lo abrumados que estamos como adultos por el correo electrónico. Imagínese no sentirse cómodo con él y, de repente, obtener todo, desde los enlaces de Zoom hasta las asignaciones, de esa manera «.
Algunos estudiantes que aprenden de forma remota también pueden tener un servicio de banda ancha poco confiable; otros pueden perder información clave porque su atención se divide entre el maestro en la pantalla y las distracciones en casa.
«Muchos adultos tienen exactamente los mismos problemas», dijo Ellen Braaten, psicóloga y directora ejecutiva del Programa de Evaluación Emocional y del Aprendizaje del Hospital General de Massachusetts. «Son realmente productivos cuando pueden estar físicamente en el trabajo, pero pueden sentirse menos atentos en el entorno no estructurado de trabajar desde casa».
Incluso los adolescentes que asisten a la escuela en persona y utilizan sistemas familiares para realizar un seguimiento de las asignaciones pueden tener dificultades para administrar su trabajo ahora. Las habilidades mentales que nos ayudan a mantenernos organizados, comúnmente llamadas funciones ejecutivas, están siendo socavadas por el estrés psicológico, que es inusualmente alto entre los adolescentes de hoy.
Trabajar juntos para diagnosticar el problema
Descubrir que su hijo tiene problemas académicos puede tentarlo a buscar soluciones. Sin embargo, es mejor diagnosticar correctamente el problema antes de intentar solucionarlo. Liz Katz, directora asistente de asociación escolar en One Schoolhouse, una escuela complementaria en línea, sugirió investigar las razones por las que los estudiantes se retrasan en la escuela. Algunos no saben lo que se supone que deben hacer, otros lo saben y no lo están haciendo, y otros «están haciendo todo lo posible y simplemente no pueden cumplir con las expectativas».
Cuando hables con un adolescente sobre dónde se han descarrilado las cosas, sé amable, curioso y colaborador. «No se trata de que estés en problemas o de salir del apuro», podrías decir. «Se trata simplemente de averiguar qué es lo que va mal para que podamos resolver el problema correcto».
Los estudiantes que luchan por hacer un seguimiento de lo que se espera de ellos pueden necesitar comunicarse con sus maestros, ya sea para obtener aclaraciones sobre asignaciones específicas o para recibir orientación general sobre dónde y cuándo deben buscar información sobre las tareas. Como padre o cuidador, puede instruirlos sobre cómo acercarse a sus instructores. Comience señalando que los maestros casi siempre están ansiosos por brindar apoyo a los estudiantes que lo buscan. También puede ofrecer enviar comentarios sobre un borrador de correo electrónico a un instructor que explique dónde se perdió el estudiante y qué es lo que ya ha intentado.
“Para muchos estudiantes, la capacidad de pedir ayuda no está completamente desarrollada”, dijo la Sra. Katz, “o puede sentirse como una admisión de que han hecho algo mal. Normalizar y elogiar la autodefensa es muy importante «.
Para los estudiantes que saben lo que se supone que deben hacer pero no lo están haciendo, otros enfoques tienen sentido. Pueden estar teniendo dificultades para mantener la motivación y necesitan apoyo en ese frente , o pueden verse abrumados por compromisos, como cuidar a los hermanos menores, que les imposibilitan completar sus tareas escolares. Aquí, los padres y los estudiantes querrán trabajar juntos para hacer un plan realista para abordar las mayores prioridades a la luz de estas circunstancias. Esto podría significar llegar a un acuerdo sobre hacia dónde se deben dirigir las energías del adolescente o explorar qué apoyo adicional se podría brindar.
En algunos casos, los problemas académicos pueden estar relacionados con problemas de salud mental. Si existe la duda de si un estudiante sufre depresión o ansiedad; el uso de drogas; o exhibiendo cualquier otra inquietud emocional o de comportamiento significativa, consulte con el consejero de la escuela o el médico de familia para una evaluación adecuada. El tratamiento siempre debe tener prioridad sobre el trabajo escolar. «Si está deprimido», dijo el Dr. Braaten, «ninguna cantidad de entrenamiento de funciones ejecutivas ayudará, porque ese no es el problema».
Algunos estudiantes tienen trastornos sutiles de aprendizaje o de atención que se convirtieron en un problema solo cuando la escuela se conectó. En condiciones regulares, dijo Johnson, los instructores pueden notar cuando un estudiante se desconecta y recuperar su atención de una manera suave. Desafortunadamente, «los profesores realmente no pueden hacer eso de manera efectiva en Zoom». Si esto es una preocupación, los padres deben considerar consultar con los maestros o el personal de apoyo al aprendizaje de su escuela para obtener información sobre el problema y consejos sobre cómo seguir adelante.
Da un paso atrás para ver el panorama general
«Todos necesitamos ser más tranquilos con nosotros mismos», dijo el Dr. Braaten, «y clasificar lo que los estudiantes realmente necesitan hacer y lo que no». Los padres bien intencionados pueden esperar motivar a los estudiantes al enfatizar la importancia de las calificaciones altas, pero eso puede dificultar la recuperación de los niños de un revés sustancial.
A medida que los estudiantes comiencen a trabajar en su camino de regreso, piense un poco en cuán integral debe ser su respuesta. ¿Realmente necesitan obtener calificaciones igualmente altas en todas las clases? ¿Podrían, en cambio, dirigir su energía hacia los campos que más les importan? ¿Podrían trabajar con sus maestros para acordar asignaciones reducidas para crédito parcial? Según el Sr. Johnson, «Reducir las expectativas, por ahora , puede ayudar a los niños a volver a la normalidad».
El Dr. Braaten también señaló que gran parte de lo que los estudiantes obtienen de la escuela no se trata de contenido, sino de aprender a resolver problemas. Involucrar a los adolescentes en conversaciones constructivas para descubrir cómo se quedaron atrás puede ser una lección importante en sí misma. «Tener un niño de 16 años que entiende, ‘Cuando estoy estresado, así es como reacciono'», dice el Dr. Braaten, «puede ponernos más adelante a largo plazo».
En cualquier año escolar, los estudiantes aprenden mucho más allá del contenido académico. Este año, más que la mayoría, podría ser uno en el que los estudiantes obtengan una comprensión profunda de cómo responden cuando se sienten abrumados y cómo pedir ayuda o recuperarse de los reveses, lecciones que aprovecharán mucho después de que la pandemia haya desaparecido.
Fuente: The New York Times – Lisa Damour es psicóloga y autora de los best sellers del New York Times «Untangled» y «Under Pressure».
Diseñar un programa de matemáticas en el que todos aprendan

Los actuales programas escolares de matemáticas están diseñados por especialistas en el área para que los alumnos aprendan una serie de temas o habilidades, y si no lo logran, culpan a los alumnos. Incluso usan la jerga de “logros insatisfactorios” para etiquetarlos en su incompetencia. Les piden que se esfuercen más, practiquen más, se asesoren más, que repitan el curso, que vayan a nivelación… Es como cuando uno quiere operar una TV y Cable con controles remotos y decodificadores, y si no logra hacerlo, debe sentirse culpable por incompetente, en lugar de culpar al diseñador del control remoto por hacer que su uso sea poco amigable e intuitivo.
¿Qué pasaría si el reto de los diseñadores de programas se planteara al revés? Diseñen un programa de matemáticas en el que “nadie no entienda”, en otras palabras, en el que todos aprendan. Eso no solo sería razonable desde el punto de vista del diseñador del programa, que asume la responsabilidad de que su producto funcione bien para cualquier usuario, sino además contribuye a la autoestima del estudiante que se siente competente y con ello coloca su disposición positiva al servicio de los siguientes aprendizajes. Todo lo contrario ocurre cuando el estudiante al fallar en una etapa del aprendizaje, siente que es su culpa, es incompetente, como resultado de lo cual en las siguientes etapas del aprendizaje ya ni trata de aprender, porque asume que será inútil. Uno “no sirve para las matemáticas”. Queda atrapado en su profecía autocumplida. Se bloquea.
Podríamos decir que el principal rol de los profesores es lograr que nunca los alumnos sientan que son incompetentes, sino asumir que su enfoque docente o de diseño de estrategia de trabajo no es adecuado, por lo que debe ir modificándola hasta lograr que el alumno se sienta cómodo aprendiendo. Después de todo, si hay alumnos que no son capaces de aprender de modo alguno una exigencia escolar, sea con la estrategia que sea, sea con el profesor que sea, esa exigencia se convierte en una trampa, una estafa, porque se le pide al alumno algo que se sabe que es humanamente incapaz de hacer. Es como pedirle a los alumnos que salten vallas de 2.00 m de altura para aprobar Educación Física, cosa que ni entrenando 24 horas al día el 99% de alumnos podría lograr. Esa exigencia es una estafa, un maltrato, una ofensa al alumno, porque lo hacen sentir culpable de algo que no le corresponde.
Ya es hora que el enfoque pedagógico de la escuela peruana se vuelva consistente con sus propósitos originales de que todos los niños desarrollen sus potenciales respetando las diferencias naturales entre ellos; que en lugar de ser una escuela para “el tercio superior” se convierta en una escuela para que “100% tenga éxito”. Nadie inscribe a sus hijos en el colegio para que se lo devuelvan con la etiqueta de fracasado o incompetente. Pero nada de esto se logrará mientras el Minedu siga pensando que debe haber un programa y texto escolar único, con mismos estándares rígidos para todos, un mismo tipo de evaluación y definición de nivel de logros para todos, considerando a los profesores como operarios del sistema más que como profesionales de la educación que deben adecuar sus estrategias de trabajo a los contextos específicos de cada escuela y cada alumno. Ese nivel de autonomía y capacidad de desarrollar estrategias innovadoras y personalizadas aún les resultan inaceptables al Minedu que sigue creyendo que todos los alumnos deben aprender lo mismo, al mismo nivel, con los mismos programas, tiempos, formatos, indicadores y estándares curriculares.
El reconocido científico Albert Einstein confrontando las vendas que uno se coloca en los ojos frente a las cosas que pese a todos los intentos salen mal, decía hace décadas “no pretendamos que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo”. No se refiere a los usuarios, a las víctimas, sino a los líderes, y a los que diseñan las estrategias para lograr algún objetivo.
León Trahtemberg
Líder Pedagógico
Colegio Áleph
Fuente: https://www.trahtemberg.com/articulos/3737-2021-02-16-13-56-43.html
Anatomía de un berrinche: qué dice la ciencia sobre las pataletas

Y cómo cortarlas de raíz antes de que empiecen.
La hija de seis años de LeAnne Simpson había hecho muchos berrinches antes de la pandemia. Pero, luego de algunas semanas de encierro, las frustraciones menores se convirtieron en un drama, la niña gritaba tirada en el suelo.
“Primero, se frustraba tanto que no podía ni hablar”, dijo Simpson. “Luego empezaba a gritar, se tiraba al piso y rodaba sacudiendo los brazos, muchas veces también me pegaba o me pateaba si me le acercaba”.
Simpson probó todas las estrategias que pudo para calmar los berrinches, desde poner música suave hasta ofrecerle un bocadillo y apretujar a su hija entre cojines del sillón (una técnica para tranquilizar que recomiendan algunos terapeutas).
Pero nada funcionó salvo sentarse ahí cerca, a veces consolándola con palabras o caricias. Después, Simpson le preguntaba a su hija qué la había hecho enojar tanto. “Siempre decía que no sabía”, contó Simpson.
Los arrebatos en niños pequeños son una respuesta fisiológica común pero compleja relacionada con el sistema cerebral de detección de peligro. Durante la crisis es bueno que los padres entiendan qué está pasando bajo la superficie, luego hay que mitigar la “amenaza” al establecer una sensación de seguridad.
La fisiología de un berrinche
Según R. Douglas Fields, neurocientífico y autor de Why We Snap: Understanding the Rage Circuit in Your Brain, una rabieta involucra a dos partes del cerebro. La amígdala procesa emociones como el temor o la ira, mientras que el hipotálamo, entre otras cosas, controla funciones inconscientes como el ritmo cardiaco o la temperatura. Piensa en la amígdala como la alarma de incendios del cerebro y el hipotálamo como alguien que está decidiendo si debe echarle agua o gasolina al fuego, pero con hormonas como la adrenalina y el cortisol.
Cuando tu hija de repente comienza a gritar porque tiene que dormir sola en su cuarto durante la noche, es probable que no quiera hacerse la difícil de manera consciente: su amígdala detectó una amenaza y su hipotálamo le detonó la corajina.
Durante la reacción de estrés, tu hijo podría presentar un ritmo cardíaco acelerado, sudoración en las palmas y músculos tensos (o simplemente unas ganas incontrolables de golpearte). Por mucho que quieras razonar con tu hijo enloquecido, no esperes que te escuche. Para empezar, la reacción de estrés puede ofuscar la capacidad de por sí limitada de un niño para autocontrolarse, una función que suele asociarse con la corteza prefrontal, o CPF.
“Cuando hay un incendio en tu hogar, no te quedas sentada y pensando, lo ideal es que tu cuerpo reaccione a todo vapor para que escapes”, dijo Carol Weitzman, pediatra especializada en desarrollo conductual y codirectora del Centro del Espectro Autista en el Hospital Infantil de Boston.
Con un poco de reflexión lógica, los adultos pueden detener una reacción de estrés. “Cuando estás manejando en la autopista y otro automóvil se mete en tu carril, y la sangre te empieza a hervir, es tu corteza prefrontal la que te permite pensar: ‘A ver, no tengo que actuar de esta manera’”, explicó Weitzman.
Pero la corteza prefrontal no se desarrolla del todo sino hasta la edad adulta y, de acuerdo con Fields, la inhibición y el control de impulsos son de las funciones más complejas de la CPF: “Así que cuando intentas razonar con un niño, estás apelando a una parte del cerebro que aún no funciona del todo”.
Mary Margaret Gleason, psiquiatra de niños y adolescentes en el Children’s Hospital of the King’s Daughters en Virginia y consultora en la Universidad Tulane, compara las rabietas de los niños con una olla de agua hirviendo, y la CPF con la tapadera. “En esos momentos, la intensidad de la emoción sobrepasa la capacidad del niño para reconocerla, así que las emociones llegan a ser más fuertes que la tapadera”, dijo.
Por fortuna, con tu cerebro ya desarrollado, puedes ayudar a tus pequeños a tapar la olla durante un momento de crisis usando tu propia corteza prefrontal como sucedáneo.
Primero, controla tus emociones
Antes de conectar con tu hijo enojado, es útil que primero regules tu propia reacción al estrés, dijo Lisa Dion, terapeuta de juego y fundadora del Instituto de Terapia de Juego Sinergético en Boulder, Colorado.
Si tu hijo no corre ningún peligro, sal de la estancia para respirar profundo o desahogarte con tu pareja, lo que sea que necesites para reducir tu frustración.
Esto, de acuerdo con Katie Rosanbalm, una investigadora científica sénior en el Duke Center for Child and Family Policy, te permite usar tu temperamento tranquilo para calmar a tu hijo.
No está del todo claro el funcionamiento de esto: quizá haya varios componentes fisiológicos, pero es probable que tenga que ver con las neuronas espejo, que son células cerebrales que se activan al ver el comportamiento de otras personas. Por ejemplo, ver a alguien correr al parecer activa una región cerebral parecida a cuando uno mismo corre.
La investigación sobre las neuronas espejo en niños es escasa, y todavía hay mucho por aprender. Pero lo que sí saben los científicos sobre este grupo de células cerebrales podría a ayudar a los padres a entender cómo sus reacciones influyen en los niños pequeños (y tal vez incluso en los recién nacidos).
Por ejemplo, se ha encontrado que las neuronas espejo no solo están en las áreas motoras del cerebro, sino también en las áreas que tienen que ver con las emociones. La misma parte del cerebro que se activa cuando estás feliz también podría activarse cuando ves a otros felices.
“Así que tu hijo quizá no solo hace lo que tú haces, sino que siente lo que tú sientes”, dijo Marco Iacobini, neurocientífico y profesor de ciencias de la biología del comportamiento en la Universidad de California, campus Los Ángeles.
Luego, guía la reacción de tus hijos
También es importante que acompañes tu calma emocional con señales que transmitan calidez y empatía, para indicarle a la amígdala de tu hijo que no hay peligro, según explica Rosanblum: “La amígdala deja de enviar la señal de alarma, lo cual hace que se detenga la avalancha de la respuesta al estrés”.
En el proceso de tranquilización, concéntrate más en tus acciones que en tus palabras: tus hijos pueden calcar tus emociones con tan solo ver tu comunicación no verbal, como tu postura corporal, el tono de tu voz y tus gestos.
Charles Nelson, profesor de pediatría y neurociencia en la Escuela de Medicina de Harvard y el Hospital Infantil de Boston, sugirió agacharte y hacer contacto visual con tu hijo durante el berrinche, lo que demuestra que lo escuchas y lo atiendes.
Mientras que a algunos niños molestos les puede gustar el contacto físico de un padre, a otros les puede resultar abrumador.
También puedes animar a tu hijo a que se tranquilice con otro tipo de estrategias sensoriales tranquilizantes. Ofrécele un juguete como un fidget spinner o un Silly Putty, pídele que empuje contra la pared o simplemente anímalo a que respire lenta y profundamente. Pero intenta introducir estas habilidades de afrontamiento antes de que se produzca una crisis, para que pueda manejar un berrinche por sí mismo una vez que ocurra.
Por último, valida las emociones de tus hijos
No le expliques al niño por qué debería calmarse; esto rara vez funciona cuando el estrés está a todo lo que da.
Una vez que la corteza prefrontal de tu hijo vuelva a estar en funcionamiento (que de cualquier manera a esa edad no está desarrollada del todo), ayúdalo a hacer una narrativa sobre su disgusto. Shanna Donhayser, terapeuta familiar y de niños, sugirió validar cuán difícil fue el momento en cuestión y a repetir lo que pasó.
“Luego recuérdale a tu hijo que ambos están bien y que aún pueden llevarse bien”, dijo. “Que sigues estando ahí para él”.
Tras agotar todas las técnicas de comportamiento que conocía, Simpson intentó concentrarse en conectar con su hija durante las crisis en lugar de intentar cambiar su comportamiento.
En la primavera, cuando su hija tuvo un berrinche por la cantidad de fresas en su tazón justo antes de que ella tenía que conectarse a una reunión de clase virtual, Simpson mantuvo a su hija de seis años cerca mientras trataba de permanecer tranquila.
Fue entonces cuando su hija logró articular lo que realmente le molestaba: no era la fruta, dijo; en el fondo, estaba triste por no poder abrazar a su maestra. Las dos lloraron juntas y se abrazaron y luego siguieron adelante con su día.
“Las rabietas de mi hija me drenaron cada onza de vida”, dijo Simpson. “Pero al final, nos entendimos mejor y nos acercamos más”.
Fuente: The New York Times – Ashley Abramson es una escritora independiente que vive en Minneapolis, Minnesota.
¿Estamos enseñando las matemáticas que necesitan los niños?

Todos los niños poseen un gran potencial matemático, dice Jo Boaler, profesor de matemáticas de la Universidad de Stanford y autor de best-sellers, pero para que accedan a él, debemos repensar cómo enseñamos matemáticas.
Jo Boaler ha pasado mucho tiempo pensando y escribiendo sobre la ansiedad, en particular la ansiedad matemática, y su impacto en las trayectorias de aprendizaje de los niños.
Matemáticas, escribe en su libro de 2019, Mente ilimitada : aprender, liderar y vivir sin barreras , es el tema «con las ideas más dañinas en manos de maestros, estudiantes y padres». Es una de las pocas materias académicas en las que multitud de estudiantes, desde el principio, deciden que no están hechos para eso: o somos una “persona de matemáticas” o no. Esa noción tiende a mantenerse hasta la edad adulta. “Es difícil saber cuántas personas andan por la sociedad albergando ideas dañinas sobre su capacidad matemática, pero calculo que es al menos la mitad de la población”, escribe.
Boaler, profesor de educación matemática en la Universidad de Stanford, autor de best-sellers y cofundador del sitio de educación matemática youcubed.org , ha pasado décadas pensando en cómo reparar el daño. Su trabajo, estrechamente alineado con la investigación de la profesora de psicología de Stanford Carol Dweck sobre la mentalidad de crecimiento, explora lo que Boaler llama «nuestras ideas más dañinas y persistentes sobre la capacidad innata». Ella es una defensora vocal de cambiar la forma en que evaluamos las matemáticas y modernizar el plan de estudios de matemáticas, especialmente en la escuela secundaria, para que sea más atractivo, más inclusivo y con más probabilidades de preparar a los niños para la fuerza laboral moderna.
Los críticos argumentan que al insistir en las matemáticas como una exploración alegre y creativa, les estamos haciendo un flaco favor a los niños , y que al reducir o eliminar la memorización y los ejercicios matemáticos, por ejemplo, los estamos preparando para la falta de fluidez matemática. Pero Boaler dice que no tiene nada que ver con cosas como las operaciones matemáticas y que los maestros deben ayudar a los niños a desarrollarlas, no “enfatizando las operaciones por el hecho de las operaciones o usando pruebas cronometradas, sino alentando a los estudiantes a usar, trabajar y explorar números ”, un proceso que en última instancia desarrolla el sentido numérico crítico y refuerza las operaciones matemáticas de una manera más orgánica.
Me senté con Boaler recientemente para una discusión de Zoom sobre la libertad matemática, las prácticas de enseñanza que producen ansiedad y los cambios sistémicos que, según ella, son fundamentales para modernizar los planes de estudio de matemáticas.
Sarah Gonser: En tu libro Limitless Mind , dices que aprender se trata de identidad. ¿Puedes explicar?
Jo Boaler: Bueno, sabemos que cuando las personas aprenden, no se trata solo de una acumulación de conocimientos; se trata realmente de cambiar quiénes son como personas.
Y hemos descubierto a lo largo de los años que el enfoque tradicional para la enseñanza de las matemáticas: solo les mostraré métodos; los aceptará y usará, es incompatible con las identidades que los niños quieren, particularmente en la adolescencia. Los niños quieren tener sus propias ideas; quieren ser respetados como pensadores; no quieren que se les dé información que simplemente reproducen.
Lo ven como un área temática en la que no pueden ser ellos mismos, y es una gran parte de la razón por la que la gente abandona las matemáticas.
Gonser: También es un tema que causa mucha ansiedad muy real. ¿Porqué es eso?
Boaler: Yo diría que proviene de algunas cosas diferentes: es un tema que está muy probado; es un tema que a menudo se enseña con respuestas correctas e incorrectas; y existen estos mitos generalizados de que o naces como una persona de matemáticas o no lo eres. De alguna manera, tienes el cerebro derecho o no.
Hay muchos micro-mensajes en las aulas que pueden hacer que los niños piensen que no pueden tener éxito. La velocidad está en el corazón de todo esto. Si le hace una pregunta a la clase y luego acepta la respuesta del primer niño que levanta la mano, está enviando el mensaje de que valora la velocidad. Y sabemos que los matemáticos profesionales no son rápidos; son algunos de los pensadores más lentos.
Finalmente, tenemos ideas estereotipadas sobre quién puede ser bueno en matemáticas. Entonces, si eres una mujer o una persona de color, estás lidiando con esa presión. Si tiene ideas fijas sobre quién puede hacer matemáticas, una mentalidad fija, entonces ese estereotipo realmente puede echar raíces.
Gonser: Entonces, ¿cómo podemos frenar todo y evitar que la clase de matemáticas sea un lugar de estrés y ansiedad?
Boaler: Creo que una gran parte es A por L (Evaluación para el aprendizaje), creo que eso es muy importante. Cambia toda la cultura de las aulas para niños.
Si evaluamos a los niños dándoles retroalimentación de diagnóstico, no calificaciones, y les pedimos que hagan su propia reflexión para que puedan verse a sí mismos progresando en este viaje, todo cambia cuando la evaluación es así en las aulas.
Pero también queremos cambiar la forma en que se enseña el contenido. Los niños no necesitan muchas preguntas breves con un método y una respuesta. Pueden ser preguntas abiertas en las que los estudiantes piensen de manera creativa y visual.
Gonser: También eres un defensor de fomentar la lucha y los errores en las aulas. En Mente sin límites , usted describe a los grandes triunfadores que trabajan «al límite de su comprensión, cometiendo error tras error en circunstancias difíciles, corrigiendo errores, avanzando y cometiendo más errores». En el aula, ¿por qué es tan importante?
Boaler: Los mejores momentos para aprender son cuando estás luchando y encontrando dificultades; ahí es cuando tu cerebro está en llamas con la actividad. Creo que es muy importante compartir el valor de la lucha con los estudiantes. Cuando enseño, les digo a los estudiantes: «Quiero que luchen, porque eso es muy bueno para ustedes». Creo que es liberador para los estudiantes cuando saben que es una meta. Y creo que deberías seguir compartiendo eso, reforzarlo durante cada lección.
Realmente implicará cambiar la forma en que evaluamos a los niños. Si los niños toman una prueba y se les penaliza por cometer errores, es un mensaje contrario, y los estudios han demostrado que este mensaje mixto es peor que ningún mensaje. No les diga que la lucha es buena si los va a marcar mal cuando luchan.
Creo que es importante que siempre dejemos que los niños vuelvan a enviar el trabajo. Y si está usando la calificación, no soy un fanático de la calificación, pero si a los estudiantes no les va bien la primera vez, permitirles trabajar en ello nuevamente envía un gran mensaje de que se valora el aprendizaje y la lucha.
Gonser: Hablemos de cambios curriculares más amplios y sistémicos. Eres una voz prominente en la conversación sobre la re-secuenciación de los planes de estudios de matemáticas para que sea más que una puerta de entrada a las matemáticas de nivel superior. ¿Qué ha cambiado en nuestro mundo para que esto sea tan urgente?
Boaler: Bueno, necesitamos modernizar no solo la forma en que lo enseñamos, sino el contenido real que estamos enseñando en las aulas. El contenido que enseñamos en matemáticas se creó alrededor del siglo XIX y realmente no ha cambiado desde entonces. Fue creado en un momento en que necesitábamos que los niños fueran calculadores. Y entonces aprender aritmética, calcular las cosas rápidamente, eso era importante.
Pero el mundo ha cambiado drásticamente. En la escuela secundaria, en particular, estamos enseñando una amplia gama de métodos para que los niños los hagan a mano que nunca volverán a usar en sus vidas. Nunca irás a un lugar de trabajo y la gente, a mano, pasará por una división sintética. Así que pasamos demasiadas horas dándoles a los niños este contenido desactualizado que les disgusta tanto. ¿Por qué razón?
Gonser: ¿Qué deberíamos enseñar en su lugar?
Boaler: Estoy muy emocionado de llevar la ciencia de datos a las matemáticas. Soy uno de los cinco escritores de un nuevo marco en California donde destacamos la ciencia de datos como una parte realmente importante de las matemáticas.
Ahora, es difícil hacer eso porque los Estándares Básicos Comunes realmente no incluían ciencia de datos y necesitan ser actualizados. Pero lo que hemos hecho es intentar llevar una perspectiva de ciencia de datos a los estándares actuales. Esta iniciativa de ciencia de datos es muy emocionante, no solo porque brinda a los maestros de todos los grados contenido interesante con el que trabajar, sino que también ayuda a los niños a aprender a leer y escribir, que es algo que realmente necesitan en este mundo.
Hay más puntos de datos en el mundo que estrellas en las galaxias en este momento; el mundo está lleno de datos. Por lo tanto, incluso los niños pequeños deben prepararse para aprender a utilizar los datos.
Gonser: También está liderando el cambio de la secuencia matemática de la escuela secundaria, simplificando el sándwich álgebra-geometría-álgebra para que haya espacio para una clase de ciencia de datos. ¿Puede decirme más sobre eso?
Boaler: En los años de la escuela secundaria, está sucediendo algo muy emocionante. Durante generaciones, realmente, ha habido esta carrera para llegar al cálculo porque puede llevarte a la universidad.
Está construido sobre un sistema muy inequitativo . Debido a que hay tantos cursos antes del cálculo en la escuela media y secundaria, eso significa que estamos sacando a los niños del camino del cálculo en sexto grado, lo cual es terrible. El contenido tampoco está muy actualizado y no es muy atractivo.
Recientemente ha habido un cambio dramático en California: los sistemas UC y Cal State ahora aceptarán la ciencia de datos como un curso de tercer año en lugar de Álgebra 2. Esto es asombroso e importante porque Álgebra 2 es un curso que es el final del camino para la mayoría de los niños, y ahora pueden tomar ciencia de datos en su lugar.
Gonser: ¿Por qué Álgebra 2 es el final del camino para tantos niños?
Boaler: Porque es tan procedimental y poco interesante que la gran mayoría de los niños, después de haber hecho Álgebra 2, no toman más matemáticas. La ciencia de datos es completamente diferente. A medida que lo implementamos, nos comunicamos: este puede ser un curso en la escuela secundaria que cualquier estudiante puede tomar. No es necesario ser avanzado en la escuela secundaria y, sin embargo, puede conducir a una carrera STEM de alto nivel. Veo que eso está cambiando completamente quién termina entrando en STEM.
Gonser: ¿Qué les dice a los críticos que argumentan que este es un cambio que diluirá el plan de estudios, lo hará menos riguroso?
Boaler: En realidad, es totalmente riguroso. Las matemáticas son un tema muy amplio. No hay ninguna razón por la que debamos decir: «Valoremos esta parte, que es el cálculo». Las matemáticas de la ciencia de datos involucran matrices y probabilidad y estadística y álgebra lineal, que está más allá de lo que se enseña a menudo en cálculo.
Gonser: Mi última pregunta proviene de un lector de Edutopia , un maestro, que pregunta: «¿Cuál es tu mejor consejo para los educadores de matemáticas de la primera infancia?»
Boaler: Mi mayor consejo es que realmente dediques tiempo a tratar de cambiar la mentalidad y las ideas de los niños sobre sí mismos, porque eso generará grandes dividendos. Si fomenta la lucha, si les recuerda a los niños que pueden aprender cualquier cosa, ahora sabemos que no hay límites para lo que las personas pueden aprender.
Los niños deben saber que si el niño que está a su lado está resolviendo algo más rápido, no importa. Sabemos que los niños ingresan a la escuela con una mentalidad de crecimiento, y eso disminuye con cada año que pasa. Y parte de eso es que los niños miran a otros niños y piensan: «Oh, pueden hacerlo mejor que yo». Tenemos que contrarrestar esas ideas y unirlas con matemáticas abiertas y creativas. Cuando haces eso, las cosas cambian.
Fuente: Sarah Gonser – https://www.edutopia.org/
¿Por qué no les preguntan a niños de 5 años cómo resolverían el problema de las colas en los hospitales? Ellos saben mejor

Los reportes diarios de colas en servicios públicos y en especial en hospitales en los que los que los más enfermos y vulnerables del país son los más sufridos resulta sumamente irritante, y genera una sensación de rabia e impotencia frente a gobernantes y funcionarios que atados a las formas convencionales de hacer las cosas, no son capaces o no se atreven a usar la imaginación creativa para buscar soluciones novedosas a los problemas.
Estuve evocando cómo en una situación de guerra (en la que estamos) se resuelve a quién atender entre los diversos heridos en el combate. ¿Cómo decide un médico casi a simple vista y con mucha intuición calificada en que orden atenderá a los pacientes de acuerdo a su gravedad y posibilidad de sobrevivencia? Eso me produjo una asociación con la película Bobby Fischer en la que se muestra a experimentados jugadores de ajedrez jugando 20 partidas simultáneas, ganando todas ellas con decisiones rápidas de jugadas luego de solo mirar cada tablero por unos segundos. Recordé también que en la introducción del libro “Range” de David Esptein que estoy leyendo sostiene que la inteligencia artificial sólo vence a los humanos en aquello que tiene patrones previos que puede aprender, pero que los humanos superan a las máquinas en la creación de patrones nunca antes vistos (creatividad).
En ese contexto de ideas casuales surgidas de asociaciones libres me preguntaba cómo era posible que en la era de la telemedicina no podamos atender “on line” de modo primario a buena parte de los pacientes, y derivar digitalmente sus recetas a las farmacias para que por delivery les hagan llegar los medicamentos a sus casas, sin tener que salir de ella. Vendrían al hospital solamente los que previo telechequeo del médico necesitan exámenes sofisticados, internamiento o intervenciones quirúrgicas. Me preguntaba también por qué frente a la escasez de médicos expertos no se genera una analogía con las partidas simultáneas de ajedrez, digamos atendiendo a cinco pacientes a la vez. De ese modo, la detección rápida inicial del médico experto permite discriminar quién puede ser atendido por un médico junior o incluso por un enfermero, acompañados por secretarios que hagan el papeleo indicado por el médico experto, que haría pausas para un chequeo más profundo sólo en los pacientes más graves? (Disculpen los términos en masculino, vale igual para el femenino)
Eso me llevó a preguntarme por qué si los más creativos del planeta son los niños no les preguntan a éllos cómo resolverían esos problemas. Estaba pensando en algunos datos de investigaciones documentadas. En 1968 George Land usó pruebas de creatividad con niños de 5 años, que contenían los mismos elementos que los tests que la NASA había utilizado para seleccionar ingenieros innovadores. Encontró que 98% de los niños de 5 años consiguieron en sus tests puntuaciones de creatividad que alcanzaba los niveles de los genios. El mismo test probado en personas de diferentes edades ya mostró que solo el 30% de los niños de 10 años tenían ese nivel de creatividad, así como el 12% en niños de 15 años, y solamente un 2% de los 280.000 adultos que se sometieron al test.
Roger von Oech en su clase en secundaria provoca a sus alumnos haciendo una marca con tiza en la pizarra y les pregunta ¿qué es esto?. Un estudiante suele romper el hielo diciendo “es una marca de tiza en el pizarrón” provocando la risa de los otros. A ello el maestro reacciona diciéndoles que cuando pregunta eso en una clase de Kínder (5 años) los niños producen más de 50 respuestas distintas, como los ojos de un búho, un insecto aplastado, una flor y así sucesivamente. En cambio, los estudiantes de secundaria apenas pueden dar una respuesta muy concreta (León Trahtemberg, “la escuela extingue la creatividad”, 2018)
¿Por qué no invitan a niños de 5-10 años a proponer soluciones a los problemas de las colas de los hospitales? Encontraremos muchos niños que aún no han sido “cuadriculados” por la escuela, capaces de pensar lo que otros no piensan a partir de unos cuantos datos, luego de lo cual los adultos “sabios” podrían usar como insumo para pensar lo que usualmente no se piensa. Quizá así encuentren mejores soluciones a los problemas como el de las colas, que maltratan generalmente a los más vulnerables.
Si esos adultos, autoridades y burócratas que desempeñan funciones públicas, solo son capaces de producir más de lo mismo o lo que es peor, enredar cada vez más las cosas bajo la premisa de que las están mejorando, ¿por qué no consultar con quienes tienen un pensamiento creativo, divergente, libre de patrones previos que repitan más de lo mismo?.
Los vulnerables del Perú no necesitan discursos. Necesitan soluciones y mucha empatía.
Padres: ¿Cómo saber si sus hijos están siendo bien educados?

En el futuro sus hijos escolares de hoy posiblemente migrarán, cambiarán de empleo y lugares de residencia varias veces, podrían tener sorpresas en sus condiciones de vida y salud personales o colectivas (como la actual pandemia) que les moverán el piso… ¿Cómo saber si su hijo o hija será resiliente y estará en condiciones de lidiar con solvencia con esas situaciones inesperadas en el futuro?
La adaptación de sus hijos a este año Covid2020 puede ser considerada como una antesala a esos escenarios futuros. De un día para otro, se movió el tablero de la rutina de la escuela presencial y sus hijos se vieron forzados a migrar a un nuevo mundo, el virtual, en el que el aprendizaje, las relaciones familiares y sociales, los tiempos y rutinas, la actividad deportiva, artística y cultural, se vieron paralizados y/o redefinidos brúscamente.
¿Cómo se adaptaron y adecuaron rápidamente sus hijos a este cambio de reglas de juego para sus vidas? Y en aquellos casos en que se adaptaron bien en el corto plazo, ¿pudieron sostenerse así a lo largo de los meses o los fue venciendo el agotamiento, estrés, depresión, el pesimismo, con una tendencia al aislamiento, abandono, desconexión social, deterioro en su estado físico por sobre o sub alimentación?
Creo que las respuestas a estas preguntas son cruciales para quienes quieren evaluar la educación que están desarrollando sus hijos por efecto combinado de la familia y la escuela, y en aquellos casos en los que el resultado no es satisfactorio, intentar intervenir desde ahora a manera de prevención para estar en mejores condiciones “la próxima vez”.
Estar bien no equivale a sacar buenas notas este año, no solo porque en general las notas dicen poco de lo que realmente aprenden los alumnos, sino porque pueden haberse obtenido a costa de un enorme desgaste y debilitamiento emocional que pasará factura. La evaluación de cuán bien le fue debe incorporar fuertemente los componentes emocionales y sociales, ya que estos jugarán un rol preponderante por el resto de sus vidas.
Prestarle atención a eso puede ser una forma de contribuir al bienestar presente y futuro de sus hijos.
La complejidad de ser un adolescente cuarentenscente

Este es un momento muy difícil para los adolescentes porque las condiciones pandémicas están en contracorriente con su desarrollo normal que ahora limita su independencia y socialización con los pares. Sin embargo, también hay revelaciones que hablan de las ganancias que están sintiendo por lo que no tiene sentido generalizar ni estereotipar al hablar de adolescentes.
En una reciente columna en el New York Times Jessica Grose cita algunas encuestas hechas a adolescentes para ilustrar la ambigüedad de su situación peculiar (“The Hardest Fight to Have With Your Teen. It’s rough for adolescents during the pandemic. Here’s what they’re going through and how you can help», 28/10/2020). Menciona la encuesta entre mayo y julio a más de 1,500 adolescentes del Instituto de Estudios de la Familia y la Institución Wheatley, que no encontró un gran cambio en el porcentaje de adolescentes deprimidos, infelices o insatisfechos con la vida frente al 2018, especialmente porque sentían que su ánimo mejoraba por dormir más y estar cerca de su familia. Y entre los deprimidos lo que estaba pesando es la angustia económica familiar más que otros factores
Otra encuesta de 1,000 adolescentes de la iniciativa de salud mental WellBeings.org de principios de octubre en cambio es más desoladora. Casi 50% dijo que su salud mental es peor de lo que era antes de la pandemia. Más del 50% habló de una vida social deteriorada y más del 72% resiente las desventajas que esta pandemia le ocasiona a su generación, agregando al de la pandemia otros factores estresantes como el cambio climático y los conflictos raciales.
La calidad del vínculo entre adolescentes y sus padres es más importante que nunca. Si se llevan bien, ganan todos. Si hay fricciones o desatención, pierden porque los adolescentes ya no tienen a los otros “buenos adultos” que solían ver en la escuela. También el tiempo libre juega en contra, porque al ser abundante y tener una sensación de estar fuera de control pueden volverse más obsesivos con los alimentos.
Para casi 50% dijo que el peso, el nivel de condición física, la salud general o la imagen corporal tienen un efecto negativo en su salud mental.
Otro problema a considerar es la distorsionada imagen de las personas y en particular sus pares que queda distorsionada cuando solo interactúan en las redes sociales.
Ayudará mucho a los adolescentes que sus padres entiendan que el contexto de la pandemia tiene sus propias parámetros que deben ser atendidos para así velar por el cuidado de su salud mental.
Cómo fomentar el deseo de aprender en niños y adolescentes

La vida está hecha de primeras veces, de caerte y levantarte. Las madres y padres, así como el personal educativo, somos esa mano para ayudar a los pequeños en los tropiezos.
La vida está hecha de primeros aprendizajes, de primeras veces, de caerte y levantarte. Las madres y padres, así como el personal educativo, somos esa mano para ayudar a los pequeños en los tropiezos, pero sobre todo, para que no pierdan las ganas de caminar, de saber, de explorar y de aprender. Es por eso fundamental con quién comparten el descubrimiento del mundo, quién le enseña las palabras y el significado de lo que nos rodea. Enseñarles a mirar con curiosidad y, sobre todo, a no apartar nunca la vista.
El perfil educativo de Instagram Mi pizarra educativa nos presenta cantidad de ideas sobre cómo estimularles e inculcarles nuestro amor por el saber. Es la propuesta de Estefanía del Pozo, maestra de infantil y psicopedagoga. Estefanía mantiene que los niños, desde que nacen y empiezan a ver, son curiosos, es decir, que es una capacidad innata. Pero sí es verdad que con el paso de los años, si esa curiosidad no se trabaja, se pierde. “En ese período de curiosidad no cesan en tocar, observar, y más adelante preguntar: ¿Por qué las nubes no se caen? ¿Cómo construyen los caracoles su casa? ¿Cómo se tiñen el pelo los animales? Y en algunos momentos los adultos podemos llegar a decir ¡Hasta aquí, no más preguntas! Pero es un grave error, jamás deberíamos poner límites a la curiosidad, porque a través de ella conseguirán desarrollarse”.
Juan Santiago Mellado, profesor de lengua y literatura del Instituto María Zambrano del El Espinar (Segovia), se muestra sincero respecto a sus alumnos: “La atención solo se pierde, los adolescentes te la prestan siempre por defecto. Igual que los niños. Lo que pasa es que los adultos tendemos a estar todo el tiempo impostados y eso desanima a cualquiera. Impostamos virtud, conocimientos, valores, experiencias, interés… Hasta impostamos atención para que no se nos note el muermo. Por eso, la pregunta sería: ¿Cómo haces para mantener la atención que los niños te prestan espontáneamente? Y yo trato de no faltarles el respeto metiendo al muermo en clase. Lo mantengo a raya. Nunca nos aburrimos. Como decía a Michi Panero, lo peor que se puede ser en este mundo es un coñazo. Pues eso”.
Entonces, profesor Juan Santiago, ¿cómo les incitas a saber? Responde sonriendo: “Provocando. Yo voy a las clases a provocar. Al aprendizaje y al saber yo llego por seducción o por provocación, y seducir es algo mucho más sofisticado que provocar. Nunca he aprendido nada sin que medie provocación (o seducción). Yo en el instituto no leía nada, y empecé a hacerlo en la Universidad porque me tocaba las narices que hubiera mogollón de gente disfrutando de algo que a mí me expulsaba. A los niños y a los adolescentes les chifla darse cuenta de que lo normal es extraordinario, algo que a los adultos nos horroriza y nos crispa. Provocar es mi forma de incitar. Ejemplo, fonemas: ¿Hay más letras que sonidos o más sonidos que letras? Y empiezo a hacer ruidos y cacofonías detrás de la mascarilla… ¿Qué hace este tío?, ¿sonidos, letras, fonemas?
Juan Santiago es amante de los libros y obsesionado con poseerlos. Lee cinco o seis a la vez y reconoce que, aunque parezca sorprenderte, no es lo normal en un profesor: “Las chicas y los chicos no leen como nosotros porque nosotros no leemos, digámoslo claramente. Los Departamentos de Lengua no leen. Me lo dice mi librera de referencia en Segovia. No compran libros. Yo he pasado por cinco departamentos y no he visto nunca una novela encima de la mesa. El amor por el conocimiento es algo concreto, nada abstracto, se tiene que ver. Entra por los ojos. Tú sabes si el profe está impostado o no. Es contagioso. Uno acaba educando más con el tipo de persona que es, con la actitud, que con los conocimientos que dispone y sabe transmitir”.
Estefanía del Pozo trabaja con niños más pequeños que los adolescentes de Juan Miguel Santiago. “De los 3-5 años hay una pregunta estrella: ¿Por qué? ¿Por qué nos echamos gel? ¿Por qué comes una mandarina? ¿Por qué no hay sol? Por un lado, sienten curiosidad, pero a veces también miedo por todo lo nuevo y de ahí la cantidad de preguntas”. La maestra Estefanía del Pozo considera que la rutina mata la curiosidad. Aunque es cierto que en infantil es necesario tener algunas, “hay muchas ocasiones en las que se puede variar, por lo que me gusta cambiar materiales a la hora de trabajar, o también variar en la forma de saludar al comienzo del día o de contar cuentos o de versionar una canción”. Estefanía destaca que los álbumes infantiles son un gran aliado en el día a día: “Aprender a través de la literatura infantil, profundizar en las diferentes ilustraciones u obtener un aprendizaje tras la lectura siempre les genera curiosidad”.
Precisamente a eso se dedican Rebeca Martín y Soraya Herráez de Un punto curioso. Con sede física en Salamanca y con actividades virtuales. Ellas también piensan que el amor por el saber funciona por contagio, imitación o seducción. “No podemos olvidar que un niño aprende en modo espejo y somos el mejor ejemplo que pueden encontrar. Tenemos que huir de la imposición (tienes que aprender esto, debes leer esto) y compartir inquietudes, entusiasmarnos como lo hacen ellos ante nuevos aprendizajes, descubrir lo que nos rodea y aprender, con ellos, a mirar dos veces a nuestro alrededor, porque todo tiene una historia que puede despertar nuestra curiosidad”, cuentan Rebeca y Soraya.
En Un punto curioso trabajan con una selección de libros de calidad, con materiales manufacturados y propuestas innovadoras que tienen, sobre todo, un punto curioso y emoción, la seña de identidad de la casa. Su metodología está basada en contar, crear y compartir. Para Rebeca Martín y Soraya Herráez el juego es esencial en el fomento del conocimiento. “El doctor en Neurociencias Francisco Mora dice que el cerebro solo aprende si hay emoción, y jugar es el mayor generador de emoción que existe y, por tanto, todo lo aprendido a través del juego se aprende más y mejor”. Gracias a él nos acercamos al mundo que nos rodea, experimentamos, observamos, aprendemos y adquirimos competencias para la vida. Y como dice Albert Einstein: “El juego es la forma más elevada de la investigación”.
Fuente: El País – Rocío Niebla
Rol de los padres y educación remota
Un estudio realizado por Ipsos y Educación 2020 en Chile publicado en https://www.biobiochile.cl encuentra que la “Influencia de padres en la educación online mejora hasta un 60% el rendimiento de los estudiantes” (14/09/2020). Además, encuentra que el 85% de los padres y/o apoderados prefieren mantener la educación a distancias por el resto del año. El estudiante cuyos padres se involucran en su educación mejoran su rendimiento desde un 40% hasta un 60% medidos en las pruebas de evaluación convencionales.
Se refiere a padres que ven los reportes de avances de sus hijos y su comunicación directa o vía email con los profesores para acompañarlo en sus quehaceres. Esto permite además a los hijos sentirse acompañados y interpelados cuando se produce algún problema que tiene que encarar. Así mismo, en los grados críticos para la iniciación de la lectoescritura o las nociones básicas de las matemáticas es más relevante aún porque obviamente el trabajo a distancia tiene serias limitaciones en esos campos
El año de la pandemia ha permitido poner en vitrina el enorme valor que tiene que los padres se interesen y acompañen el aprendizaje de sus hijos, y más aún la relación de aliados que debe existir entre profesores y alumnos en busca de personalizar el acompañamiento a cada estudiante.
En el caso de educación inicial es más decisivo aún, porque esa comunicación con los padres más que distraerlos de sus quehaceres habituales lo que puede hacer es aportarles modelos de trabajo con los niños y orientaciones para cultivar una cultura de crianza más allá del tiempo de conexión por Internet.
Fuente: https://www.trahtemberg.com/articulos/3667-2020-09-16-00-07-29.html
La importancia de poner al centro las emociones
Compartimos este interesante encuentro virtual donde Fiorella De Ferrari, nuestra Co Fundadora y Directora de Diseño Pedagógico, nos recuerda la intensidad con que los niños vivían sus días en la escuela, y nos invita a construir oportunidades similares en casa durante este nuevo contexto.
Encuentro virtual: Educación secundaria en tiempos de distanciamiento
Fiorella De Ferrari, nuestra Co-Fundadora y Directora Pedagógica, participó como invitada en el evento: “Educación Secundaria en tiempos de distanciamiento», encuentro virtual organizado por Ágora Comunidad Educativa (México) y ACE Consultorías. Un valioso espacio donde se profundizó sobre la educación secundaria en este muevo contexto y el desafío de las escuelas por construir estrategias creativas que permitan seguir potenciando la educación desde casa.
Te invitamos ver el video completo aquí.
El aburrimiento y el agotamiento mental de los alumnos con la educación a distancia

Terminado el primer semestre, muchos padres de familia y alumnos reportan estar aburridos y hartos de la modalidad escolar remota que demanda de ellos conectarse a la pantalla y aprender “como si estuvieran en la escuela”. Pasado el primer período de adaptación a lo novedoso y temporal, tomar consciencia que esto seguirá en el segundo semestre y posiblemente el próximo año ha creado una angustia enorme en los alumnos mezclada con la depresión de verse enfrentados a un futuro incierto e impredecible.
Los niños y jóvenes necesitan urgentemente ser atendidos en sus dimensiones emocionales y afectivas; un hogar y una escuela que los ayude a hacer la catarsis mental a través de cambios de rutinas y actividades, oportunidades novedosas de aprendizaje autónomo y entretenido no sujeto a las evaluaciones convencionales; pasar de la actividad intelectual o cognitiva a la física y poner en acción diariamente su cuerpo para oxigenarse y renovar energía (muchos padres han descubierto que salir con sus hijos a montar bicicleta les ayuda a pisar calle, a la vez que cambian de escenarios y se comunican en otros términos).
Hay que entender que el reto de este semestre escolar es el del disfrute y el movimiento, una vez que ya pasó el primer semestre de la organización escolar, la continuidad del vínculo y el impulso a la autonomía del estudiante. Para aprender el cerebro necesita sentir esos chispazos de emoción que trae la curiosidad, que enciende los motores internos del deseo de saber, aprender, explorar, ampliar las fronteras de lo conocido. La escuela tiene que replantear sus rutinas y ofertas de emoción para aprender, y los hogares tienen que ensayar nuevas estrategias que cambien las rutinas y los formatos de comunicación. El aburrimiento de los hijos pueden ser una ruta hacia la apatía, desgano, depresión, incomunicación, violencia y fuga, y eso incluye salir de la casa a sabiendas que es riesgoso.
Ojalá los colegios entendieran que éste no es el momento para las lecciones convencionales, “el avance del programa (como sea)” las abusivas tareas y exámenes, y los padres entendieran que está en juego la salud mental de sus hijos.
Lo ordinario en un contexto extraordinario: Reflexiones sobre las emociones que vive la familia en el contexto de la pandemia

En una familia que está buscando nuevamente su equilibro, ¿qué lugar tienen las emociones de los niños y adolescentes? Son muchos los procesos que una familia atraviesa en un contexto como este y muchos temas que son necesario analizar, pero quisiera enfocarme solo en las emociones y dentro de ellas, elijo profundizar en la función del miedo: ¿cuál es su función? Cuando el miedo está presente no hay negación de la situación, es el primer paso para la aceptación. Cuando hay mucho miedo, quizá los pensamientos están muy centrados sobre el futuro y hace falta enfocarnos un poco más en el presente. Es difícil pero positivo encontrar el valor en el miedo, pues refleja que estamos justamente en un proceso de acomodación.
Este miedo, en ocasiones puede venir acompañado de tristeza y es usual que ambas emociones coexistan. Si identificamos y reconocemos que nuestros hijos o hijas están tomados por la tristeza, es importante registrarlo y darle lugar a ese duelo, vivirlo y permitirle que lo sienta porque nosotros estaremos con ellos para contenerlos.
Las emociones necesitan ser validadas, puesta en palabras y contenidas y así puede que lleguemos a un proceso de madurez de la emoción que si bien se alimenta del sufrimiento también pueden ser un elemento muy funcional donde se ponen en acción todos nuestros recursos.
El registrar emociones incómodas en nuestros hijos, como el miedo, la tristeza o la ira es parte de reconocer la realidad de lo que viven y con una realidad como esta, con pérdidas tan constantes y en muchos casos permanentes, existe una gran coherencia en sentirlas.
Cuando el mundo se puso en pausa, se detuvieron también los rituales, los cumpleaños se dejaron de celebrar con amigos, el día de la madre lo vivimos sin los abrazos de siempre igual el día del padre, los fines de semana se quedaron sin ver el mar. La escuela no volvió a ser la misma ni tampoco los juegos. ¿cómo me conecto con la sensación de pérdida constante? ¿cómo espero que mi familia funcione en relación a estas pérdidas?
Los rituales son muy importantes para la mente. Es importante preguntarnos ¿qué rituales reinventaremos en familia? ¿cómo se sienten mis hijos o hijas al tener que asumir estos cambios? ¿cómo manejaremos los cierres, los rituales de tránsito o la imposibilidad de no poder tener algunas “primeros veces”.
¿Qué posibilidades tenemos como familia en un contexto tan complejo?
La posibilidad de una conversación transformadora. Marcelo Pakman se pregunta: “¿Cuál es el recurso ético disponible en esos momentos de cambio en los que nuestras hojas de ruta no sirven a su propósito? La vida en general y la vida familiar en particular están puntuadas por encuentros y desencuentros donde se presentan dilemas que deben ser reflexionados en el hogar”. En la cotidianidad de nuestra casa, ocurren eventos, que generan conversaciones transformadoras que son oportunidades maravillosas para educar en los principios de vida que anhelamos. Una situación como esta nos obliga a tener conversaciones con nuestros hijos que hagan la diferencia. Como padres y madres debemos asumir la responsabilidad de poder dialogar, por ejemplo, sobre; la muerte, la vulnerabilidad, las emociones, sobre sexualidad, sobre la crisis y sobre todo sobre cómo decidiremos vivir como familia estos momentos de crisis.
Existen dos componentes que no deben faltar en la relación con nuestros hijos, sobre todo en momentos como los que estamos viviendo: La escucha y La Presencia.
La escucha es una invitación al vínculo. Debemos escuchar con el cuerpo, con nuestra mirada, con nuestro tono de voz mostrando involucramiento. Implica tener curiosidad por lo que nuestros hijos e hijas sienten, hacen, juegan y dicen.
La presencia, es una invitación al encuentro que acoge. La presencia es querer estar, desear el encuentro en donde podamos encontrar una manera de poder colaborar y participar en nuestro intercambio de los diferentes puntos de vista.
La familia es un organismo vivo, es ese espacio amoroso, donde decía Humberto Maturana, surgió el lenguaje. La palabra, la conversación y la escucha son las herramientas más maravillosas que tenemos y debemos ponerlas en práctica sobre todo en momentos como los que vivimos.
Ser padres en este contexto supone ser los padres que éramos antes de la pandemia, pues nuestra función y nuestro rol no ha cambiado. Ciertamente, se ha complicado con la convivencia, pero la convivencia puede también ser el espacio de encuentro emocional que más necesitan nuestros hijos e hijas.
Recursos y estrategias
- Primero toca observarnos y reflexionar sobre lo que estamos haciendo y cómo lo estamos haciendo. Es difícil, pero debemos intentar ser sumamente sensibles para armonizar las necesidades de todos los miembros de la familia, ser lo suficiente flexibles para revisar y cambiar las dinámicas y patrones que no funcionan.
- Debemos poner el foco en las maneras que tenemos de comunicarnos, pues eso marca el tipo de relaciones que establecemos dentro de nuestras familias.
- Debemos propiciar que nuestro hogar, pueda funcionar como un refugio de nuestras emociones más intensas, de un ambiente seguro que nos permite expresarlas y que nos ofrece espacio para contenerlas.
- Pensemos en momentos donde nos podamos acurrurcarnos con nuestros hijos, y también donde lo podamos apapachar y si no se dejan, no nos cansemos de ofrecérselos, recordemos que podemos arrullar también con la palabra.
- Pensemos que todos vivimos lo mismo, pero de manera diferente y que ese es un valor, pues irán apareciendo soluciones diversas en la medida que nos escuchemos todos y todas.
- Seamos comprensivos con nosotros mismos, confiemos que es posible reparar los momentos de conflictos, pero lo que es muy complicado es curar las heridas que dejemos si nos distanciamos afectivamente.
- Debemos generar rutinas que estructuren y den seguridad, que organizasen y que apunten a que puedan ser autónomos.
- En casa debemos favorecer la amabilidad y calidad en las interacciones
- La creatividad y el sentido del humor son recursos importantes en contextos como este.
- Debemos reconocer cuando necesitamos ayuda, y contar que podemos activar nuestras redes de soporte.
- La claridad en normas, valores, creencias y rutinas familiares de la mano con la coherencia son elementos estructurantes en la vida de nuestros hijos e hijas.
“No son los sistemas los que tienen problemas, si no los problemas los que determinan sistemas”
Harleen Andersen
Desirée Castaman
Psicóloga
Colegio Áleph
Era una experta en manejo de tiempo en pantalla hasta que llegó el coronavirus

Una autora reflexiona sobre sus declaraciones prepandémicos sobre el uso de la tecnología en los niños y ofrece nuevos consejos, como centrarse en los sentimientos, no en las pantallas.
Antes de la pandemia, era una experta en paternidad. En 2019, tomé 34 vuelos y subí a grandes y pequeños escenarios tratando de proyectar una calma autoritaria. Les conté a los padres preocupados sobre los nueve signos del uso excesivo de la tecnología (como dejar de dormir por las pantallas). Les aconsejé que escribieran un “contrato familiar con los medios de comunicación” y que confiaran, pero verificaran, las actividades de sus preadolescentes en línea. Mientras yo estaba de viaje, mis dos hijas disfrutaban de pequeñas y modestas dosis de Peppa Pig y Roblox, mientras asistían felices a la escuela, a las actividades extraescolares y encuentros con sus amigos.
Ahora, como Sócrates, lo sé mejor. Sé que no sé nada.
¿Experta en crianza de los hijos? Por favor. Solo tomé permisos de maternidad de 12 semanas y, para el segundo bebé, tuve la ayuda de la niñera y la hija mayor en pre kínder cinco días a la semana. Terminé mi libro para padres sobre el tiempo frente a la pantalla en esa licencia de maternidad, que fue como escribir los resultados del laboratorio antes de que terminara el experimento. Mi punto es: nunca, nunca, he pasado tanto tiempo con mis hijos, ni con los hijos de nadie, como lo he hecho durante los últimos cuatro meses.
Quiero aprovechar este momento para disculparme con cualquiera que se haya enfrentado a limitaciones similares antes de la pandemia y se haya sentido juzgado o avergonzado por mi, al pensar que no eran buenos padres porque no estaban logrando un «equilibrio saludable» con las pantallas, ya sea para ellos mismos o para sus hijos.
La ciudad de Nueva York, tocó fondo, parece estar recibiendo un pequeño respiro del virus en este momento. Al igual que con cualquier evento trascendental, estoy empezando a recoger los pedazos de mi vida y trabajo anteriores, y a descubrir qué todavía tiene sentido y qué ya no encaja.
Por ejemplo: Mi libro se tituló «El arte del tiempo frente a la pantalla», pero «tiempo» es una forma abreviada cada vez más inútil para pensar en dispositivos digitales. Una consecuencia inmediata de la pandemia es que los estrictos límites de tiempo de pantalla, que siempre fueron en gran medida competencia de familias más privilegiadas, como la mía, dejaron de tener sentido. En marzo, cuando la mayoría de los niños en Estados Unidos fueron enviados a casa, el tráfico hacia Zoom se triplicó y más del doble para Google Classroom .
Pero al reflexionar, algunas de las ideas y principios que solía entonar en mis charlas con tanta confianza han demostrado su valía de nuevas maneras en este nuevo mundo:
Conéctate con otras personas
Ken Perlin, Ph.D., profesor de ciencias de la computación que dirige el Future Reality Lab en la Universidad de Nueva York, una vez me dijo: “Lo único que nos importa es lo que esté pasando entre una persona y yo. Cualquier medio que enriquezca tiene éxito. Cualquier medio que lo reemplace es un fracaso «. Traducción: apóyese en el video chat y las interacciones en tiempo real. Jueguen, vean televisión y videos, para ser más específicos, vean la película «Hamilton», juntos como familia.
Ve lento
No todo el contenido es igual. Décadas de investigación sobre la violencia gráfica en películas y videojuegos ha sugerido que la exposición puede fomentar el miedo y la insensibilización. En los niños, se sospecha que los medios de comunicación extremadamente rápidos desafían la capacidad de atención. Y muchos videojuegos populares y muchas aplicaciones para niños tienen campanas y silbidos que pueden hacer que sea muy difícil dejar de jugar y también pueden dañar la atención en desarrollo de nuestros hijos. Un estudio de 2019 de Jenny Radesky, MD, profesor asistente de pediatría en la Universidad de Michigan, descubrió que el 95% de las aplicaciones más populares para niños pequeños, incluso aplicaciones «educativas» premium, incluían anuncios que a menudo eran «manipuladores» y «disruptivos». Busque medios que sean más lentos. Son más difíciles de consumir compulsivamente y hacen que el cerebro trabaje un poco más. Para los más pequeños, YouTube está lleno de videos leídos en voz alta de personas como la ex primera dama Michelle Obama y el actor Josh Gad. Un pequeño estudio puso a niños de 4 años en máquinas de resonancia magnética y descubrió que una caricatura sobrecargaba las redes cerebrales audiovisuales de los niños, mientras que una historia de solo audio daba muy pocas pistas sobre la capacidad en desarrollo del cerebro para decodificar oraciones. Una lectura en voz alta automatizada con imágenes fue «perfecta», fomentando la mayor conectividad entre las regiones del cerebro.
A los niños mayores les va mejor con audiolibros y podcasts.
Reducir y reparar, no eliminar
La reducción de daños es un enfoque de la salud pública que reconoce que evitar por completo el riesgo o el peligro puede ser imposible. Este debería ser nuestro mantra en este momento porque estamos en una crisis global. Nos pide que seamos adaptables, flexibles y lo más indulgentes posible con nosotros mismos y con los demás.
Por ejemplo: las emociones explosivas cuando las pantallas se apagan son muy comunes, especialmente entre los niños con trastorno por déficit de atención con hiperactividad, autismo u otros problemas de comportamiento o salud mental, y por lo general los niños más pequeños también lo hacen. A veces esto es una cuestión de cantidad y otras veces el problema es el tipo de actividad. Idealmente, si esto pasa, tratamos de limitar los tipos de tiempo de pantalla más asociados con esos comportamientos. Tal vez sea la hora del día lo que más importa, o el tiempo, o cierto tipo de programa.
Pero también puede fallar al limitar el tiempo de pantalla. El adulto puede optar por no limitarlo, porque tiene que trabajar o hacer otra cosa. En ese caso, necesita un plan B: prepárese y evalúe la rabieta o la sensación de “aislamiento” que le sigue, con algo de actividad física, tranquilidad, un refrigerio o todo lo anterior.
Concéntrese en los sentimientos, no en las pantallas
Lo que me he dado cuenta con claridad en estos tiempos oscuros y ansiosos es que muchos de nuestros problemas «con la tecnología» no vienen de las pantallas a las que nuestros hijos están pegados, sino de la disrupción y la alienación que se infiltra en las relaciones con nosotros mismos y los demás a medida que permitimos que nuestras experiencias y emociones sean mediadas por los medios.
Una cosa que noté inmediatamente desde que comenzó la pandemia es que «Está bien decir que no estás bien», como dijo Amy Orben, DPhil, investigadora que examina las tecnologías digitales y los niños en la Universidad de Cambridge. Para mí esto puede salvar vidas.
Podemos hacer esto por nuestros hijos, con nuestros hijos y gracias a nuestros hijos. Necesitan que seamos fuertes y también necesitan que seamos suaves. Desde su nacimiento, tranquilizamos a nuestros hijos con nuestros propios cuerpos. Desde sus primeras palabras, podemos ayudarlos a desarrollar su vocabulario y conciencia de las emociones, para que aprendan a calmarse. Verifique, pregúnteles cómo se sienten y ayúdelos a ubicar las emociones como sentimientos físicos en su cuerpo. Comience a desarrollar con ellos una caja de herramientas de estrategias de afrontamiento que puedan usar cuando se sientan abrumados, asustados o tristes: una manta suave especial, una canción favorita, un GIF divertido o un mensaje de texto a un amigo.
Puede pelear con sus hijos por pasar demasiado tiempo frente a la pantalla. O puede pasar junto a ellos en el sofá y preguntar: “¿Puedo tener un abrazo? Abrazarme me hace sentir mejor «.
¿Cómo nos encontramos a través de las pantallas?
Compartimos con ustedes este valioso conversatorio: ¿Cómo nos encontramos a través de las pantallas?, espacio que forma parte del ciclo de charlas: «Educación infantil en contexto de pandemia: el poder de las relaciones» organizado por Dinámica y Transforma, organizaciones que forman parte de nuestro grupo educativo.
En este conversatorio se compartieron distintas experiencias y miradas para enfrentar esta nueva realidad, se contó con la participación de Mariana Santistevan, Ximena Payet de nuestra institución y Liliana Galván de Proadalid y Verónica Beytia de Dinámica, Centro de Desarrollo Profesional.
Te invitamos a ver el video completo aquí.
Cuando la inquietud nos invita a un viaje de aprendizaje

Querida comunidad educativa;
Leí hoy una idea citada a mano en uno de mis cuadernos antiguos:«No podemos vivir sin significado; eso impediría cualquier sentido de identidad, cualquier esperanza, cualquier futuro”, palabras de Carla Rinaldi. Mi mente voló inmediatamente días atrás, cuando padres de familia y maestros nos encontamos en un espacio virtual para presenciar el trabajo arduo de niños y niñas, chicos y chicas durante los últimos meses. Esos encuentros nos regalaron puntos de vista sobre diveros temas, nos emocionaron. Presenciamos cómo ellos han venido construyendo nuevos entendimientos sobre problemáticas tan diversas como las nuevas reglas para jugar juntos a través de una pantalla, cómo reconstruimos nuestra comunidad en momentos desafiantes como el que vivimos en esta pandemia o la relación entre la tecnología y la salud en la historia humana.
Estas son búsquedas complejas que los estudiantes emprenden guiados por su propio interés por conocer. La motivación por comprender y en algunos casos por dar solución, los llevan muchas veces a elegir al lado de sus maestros “el camino difícil”, pero que al final del recorrido muestran ser trascendentales para los viajantes.
Difícil digo, pues los chicos en la actualidad tienen múltiples campos de referencia. Son varios los estímulos que enfrentan desde la cotidianidad, desafiándolos a una lectura constante, llena de procesos necesarios de decodificación de imágenes, textos, cuestionamientos y opiniones de otros. Esta tarea implica de ellos encontrar relaciones entre las diversas ideas y eventos a los que son expuestos, para descifrarlos, para comprenderlos. Y cuando, en algunos casos, no se da por iniciativa de cada uno, la escuela los invita a hacerlo.
Para eso estamos: para retar sus iniciativas y acompañarlos a que alcancen nuevos paradigmas. En Áleph la mirada y energía de los adultos está avocada a escuchar lo que ellos nos expresan como su interés, para devolvérselos en forma de desafío. ¿Cómo provocar a los estudiantes a repensar una idea desde otro punto de vista? ¿Qué nueva disciplina los confrontaría con una visión más amplia? ¿Qué modos de abordar un problema les ayudaría a encontrar nuevas posibles soluciones?
No solamente cuando los estudiantes señalan aquellas cosas que tienen claro es que los maestros nos embarcamos en este camino a su lado. Por el contrario, estamos presentes cuando aparece aquello que les causa cierto desarreglo y que, como un nudo, les aprieta en ese lugar donde vive la inquietud. Ese nudo cognitivo marca un hito importante en el proceso de aprender.
Un tenaz viaje de aprendizaje comienza con esta inquietud: Construimos a partir del Currículo, evaluamos innovadoras direcciones por tomar y ponemos toda la creatividad posible para imaginar y materializar puentes para una investigación colaborativa. Y desde ahí, con la activa participación de los chicos, juntos aprendemos.
Meses después nuestra comunidad educativa presencia en los Encuentros de Investigación estas evidencias que toman forma de presentaciones y videos, donde los maestros deseamos dar visibilidad con suma justicia al proceso vivido por los estudiantes que han desenmarañado ese nudo inicial. Su voz y aprendizaje conforman nuestro hilo conductor, y nuestro propósito es celebrar colectivamente su esfuerzo por conocer más del mundo y dar significado a los fragmentos de vida que han decidido adueñarse.
Quiero pensar que su trabajo, es ahora lo que a padres y maestros nos hará movernos en el sofá que cómodamente habitamos, dejándonos también inquietos y emocionados. Pues nos volvemos testigos de que la infancia descubre en su camino que sin significados propios, no es posible mirar al futuro con esperanza.
Mariana Santistevan
Coordinadora de Atelier
Colegio Áleph
Áleph a distancia y el desarrollo de autonomía de nuestros estudiantes.
En el reciente conversatorio con padres de familia del colegio Áleph, León Trahtemberg, nuestro Líder Pedagógico, profundizó sobre su visión del rol del colegio virtual en la construcción de la autonomía en los estudiantes.
En este espacio, León comenta sobre cómo el colegio se convierte en la ventana a la vida y el organizador del caos y temor que produce el mundo externo. También comenta sobre el nuevo rol que tienen los colegios construyendo rutinas y vínculos que dan seguridad, contención, acogida y dan pie al optimismo en los estudiantes de que podrán sobrellevar con éxito este pasaje de sus vidas. Los invitamos a descubrir más en el siguiente video.
¡Aprender sí puede ser la mejor experiencia de la vida!
Colegio Áleph
Fuente: You Tube – Áleph
La conquista de la autonomía

La pregunta sobre ¿qué es la autonomía y cómo se construye en los niños y jóvenes? está en la preocupación actual de padres de familia y maestros, por lo que puede ser oportuno aportar algunos criterios sobre el tema.
El concepto de autonomía está relacionado a saber lo que hay que hacer y cómo hacerlo en diferentes momentos, es tener la confianza e iniciativa de asumir retos, ser responsable, resolver situaciones inciertas, sentirse competente.
La autonomía debe comprenderse como un proceso de construcción de habilidades y destrezas que dependen de la edad y nivel de madurez de nuestros niños y jóvenes, que se va conquistando gracias a todas las experiencias que se viven de manera sustancial en la cotidianidad del hogar y se complementa en la escuela, es decir en un ambiente físico y social enriquecido. Se va conquistando en las interrelaciones con los otros.
Promover la autonomía desde los primeros años de vida constituye un elemento primordial para el desarrollo del aprendizaje. Favorece en los niños su seguridad gracias a las oportunidades de elegir, de tomar decisiones, de organizar su tiempo, de medir sus posibilidades que les permiten reconocerse, asumir riesgos, actuar con decisión, valorar sus logros y aceptar sus errores.
Desde una etapa temprana, los niños van activando el conocimiento de la realidad de manera intuitiva, el cual se enriquece gracias a las posibilidades del ambiente en el hogar, que ofrece oportunidades de hacer cosas por sí mismo como comer, asearse, ordenar sus cosas, participar en responsabilidades, ser parte de la elección de actividades de disfrute y recreación.
Esta oportunidad se da a través de convocarlos poco a poco con retos que les permitan construir su “saber hacer”, ”saber proponer y resolver”; se les puede hacer simples preguntas que propicien la observación de una realidad como por ejemplo: “mira tus juguetes en el suelo, si ya no seguirás jugando, ¿qué es lo que tienes que hacer? Confiemos en que los niños como seres inteligentes que son, organizarán sus acciones, tomarán decisiones movidos por un ambiente enriquecido de posibilidades de independencia. Comprendamos que, al inicio de cualquier aprendizaje, es necesario que se tomen más tiempo, que se expongan varias veces a una misma rutina, que practiquen para que ésta se convierta en una capacidad permitiéndoles sentirse confiados, seguros y contentos de sus propios logros.
Los padres pueden supervisar que el trabajo o la responsabilidad estén cumplidos, pero no resolver por ellos; se trata que los niños lo realicen por sí mismos y así vivenciar su autonomía sin que eso signifique que si los plantean alguna duda no se les de pistas o herramientas para resolverla.
Los espacios colaborativos tanto en el hogar como en la escuela, aportan oportunidades de optimizar el cultivo de la autonomía dentro de una comunidad como es el análisis de situaciones, compartir estrategias, reflexionar sobre sus errores, tomar decisiones favoreciendo el espíritu de equipo, con lo que refuerzan la autoconfianza y construyen grupos sociales más energéticos.
Conforme crecen, sus experiencias se hacen más complejas; son capaces de percibir los eventos y las situaciones que son importantes para sus vidas. Si los padres y maestros generamos un buen ambiente con vínculos positivos, en el que confiamos en sus posibilidades, en donde hay responsabilidades y compromisos que cumplir, ellos tendrán mayor iniciativa para asumir sus retos, confrontar, plantear problemas y posibles soluciones, vivenciar las rutas más eficientes para el logro de sus objetivos y tener la motivación para una mejora continua.
Para un adolescente, la máxima expresión de la autonomía es la capacidad de gobierno de sí mismo, la autogestión y la realización de su proyecto personal de vida. Esto reafirma su personalidad y le permite construirse con confianza y seguridad en sí mismo.
Muchos educadores señalan que para favorecer la autonomía se debe tener en cuenta los siguientes factores:
- Motivación: sentirse capaz de asumir sus retos, confianza en sí mismos
- Ritmo de maduración: las tareas que el niño pueda realizar dependen de su nivel de madurez y experiencia.
- Tiempo: promover en ellos el compromiso en la consecución de sus objetivos para determinar la posibilidad de sus logros.
- Evitar hacer cosas por ellos: favorecer que experimenten sus propias estrategias.
- Empatía: ser comunicativos y empáticos con interacciones positivas, reforzando sus logros
- Ambiente seguro con oportunidades, límites y acuerdos: favorecer la seguridad para que el niño pueda actuar por sí mismo.
Francesco Tonucci, educador y defensor de la fuerza de la voz de los niños, en una de sus presentaciones expresa que en esta etapa de confinamiento social, se abre una gran oportunidad de aprovechar esta situación atípica en la cual la escuela se vive desde el hogar para que los niños y jóvenes refuercen su autonomía siendo protagonistas de las responsabilidades de la vida en el hogar, aprendiendo a entender cómo funcionan algunas cosas que antes ellos no conocían como lavar, planchar, reparar objetos caseros, preparando las comidas y tanto más.
Confiemos en ellos, en sus posibilidades y en los aprendizajes posibles en el hogar.
Finalmente, me quedo con estas dos frases inspiradoras:
La autonomía, en cuanto maduración del ser para sí, es proceso, es llegar a ser. No sucede en una fecha prevista. (Paulo Freire)
“Dime y olvidaré, enséñame y recordaré, involúcrame y aprenderé” (Benjamín Franklin)
Mae Morote Núñez
Coordinadora Atelier Psicopedagógico
Colegio Áleph
Referencias
+ Dreifuss D.,Velez Odette ( 2015) El poder de Educar. Lima. UPC
+ Blanco I. (2012). El Universo de la Inteligencia. México. Fotopress Editores
+https://webdelmaestrocmf.com/portal/francesco-tonucci-aprovechemos-esta-cuarentena-para-pensar-si-otra-escuela-es-posible/
“Del patio a las clases de zoom”

El ser humano es uno de los pocos mamíferos que al nacer no ha concluido el desarrollo de su sistema nervioso, el encargado de todas las funciones, desde el control de los movimientos hasta el lenguaje. Por ello necesitará de los cuidados de un adulto, en este caso los padres, y de una serie de condiciones que garantice la culminación de este desarrollo. Una de estas condiciones es la estimulación sensorial.
El cerebro necesita para desarrollarse una serie de estímulos sensoriales en una cantidad suficiente que le permita alcanzar niveles de funcionamiento más complejos.
¿Cuáles son las sensaciones más importantes desde el cerebro para completar su desarrollo? Son las sensaciones vestibulares (movimiento y equilibrio), propioceptivas (esquema corporal) y táctiles(contacto), llamadas sensaciones «de poder» por el gran impacto a nivel cerebral. Estas sensaciones, son claramente visibles en la conducta de un niño pequeño: moverse, adoptar diversas posiciones con su cuerpo y tocar los objetos. Cuando un niño explora su cuerpo y el entorno que lo rodea recibe la estimulación sensorial necesaria para completar el desarrollo de su cerebro.
Además de estas sensaciones, se suman el resto de los sentidos más conocidos: sentido visual, auditivo, olfativo y gustativo.
Los niños suelen involucrarse de manera vigorosa en la exploración sensorial, el juego y el movimiento constante como formas de tomar esos estímulos. Esto se conoce como “flujo sensorial o cuota sensorial” diaria.
¿Cómo era este flujo sensorial hasta antes de la cuarentena?
El niño se levantaba a una misma hora, se alistaba e iba en el auto o movilidad al colegio, contemplaba imágenes por la ventana, percibía la brisa del aire en su rostro y escuchaba el ruido de los niños jugando al llegar al colegio. También se desplazaba corriendo una serie de metros al día, lo que podría superar fácilmente el kilómetro, aún en niños de 3 años. Luego percibían las sensaciones táctiles de las diferentes gemas al hacer la composición, así como las texturas de las sogas al trepar el átomo. Sentir su cuerpo moverse vigorosamente, empujando el vagón trasladando a otros niños o manejando el triciclo, también eran sensaciones cotidianas que le brindaban placer y sentido de pertenencia. Los olores y sabores del comedor, sumados al sonido de las voces de los amigos conversando sobre la comida o lo sucedido en el día.
Este flujo de estímulo sensorial que los niños recibían diariamente estaba estructurado, dosificado y recibido en compañía de otros niños ya sea jugando, proponiendo o desarrollando alguna investigación. Inclusive el asombro de explorar a detalle las alas de una mariposa entre las plantas del biohuerto, o de ensuciarse las manos moldeando la arcilla para representar alguna idea desarrollada en los atelieres, formaba conexiones entre neuronas contribuyendo al desarrollo cerebral.
Todo ese flujo cerebral se ha visto interrumpido de pronto. Entonces, tenemos niños que están inquietos en casa sin saber ellos mismos qué hacer, niños que se llevan cosas a la boca para chuparlas o morderlas, niños que se tiran sobre el sillón en diversas posiciones para intentar «sentir algo intenso», lo que los ha llevado inclusive a comerse el jabón o los fideos crudos. Los niños han alterado sus ritmos de sueño y vigilia, de ir al baño o tener hambre, con pocas posibilidades de moverse, sentir su cuerpo, tocar y descubrir todas las sensaciones que recibía diariamente de forma placentera en compañía de un otro. Entonces puede llegar la noche y el niño no tener sueño, porque siente que no ha recibido aún toda la estimulación sensorial a la que estaba acostumbrado, buscando más «acción».
En este panorama, ante la modalidad educativa a distancia, tenemos que preparar a los niños para conectarse de la mejor manera en sus sesiones de trabajo. Y propongo cuatro ideas básicas desde el área sensoriomotriz que pueden ayudar:
1- Aumentar el flujo sensoriomotor
Los niños necesitan recibir de alguna forma toda esa cantidad de sensaciones que recibían de forma cotidiana.
Aquí dos ideas básicas:
- Promover el juego con todo el cuerpo: escondidas, lanzar y atrapar pelotas. Pueden asistir a las mañanas comunitarias relacionadas con el movimiento, como una posibilidad de moverse.
- Establecer una pequeña rutina de ejercicios de resistencia: estirarse, levantar pequeñas pesas con una y ambas manos, saltar en el sitio doblando las rodillas, jalar la soga.
2-Establecer una rutina con transiciones.
Debemos crear una estructura que ordene el tiempo y el espacio. No se trata de elaborar un horario estricto, sino de distribuir los momentos del día de una forma ordenada pero flexible. Es muy importante para el niño que sepa el horario y lugar de los momentos para levantarse y acostarse, momentos para jugar, hacer sus responsabilidades, clases a distancia y almuerzo. La predictibilidad le brinda seguridad al niño y puede serle más fácil prepararse para lo que viene. La rutina también implica qué existen espacios para jugar, comer y llevar sus clases a distancia.
Las transiciones ayudan en la preparación entre un momento y otro. Leer un cuento, ir a lavarse las manos o ayudar a ordenar son estrategias que permiten al niño reducir su nivel de actividad y estar listo para un mayor control de su cuerpo.
3-Promover la autonomía y la participación.
La mejor estimulación corporal es aquella que conduce a la autonomía, al correcto manejo de su propia conducta en las actividades de vestido, alimentación, higiene y aseo que realiza diariamente. Asimismo, y de acuerdo a su edad, debemos promover su mayor participación dentro de la dinámica de la casa a través de pequeñas responsabilidades: colocar la mesa, limpiar una zona de la casa, ordenar su casa o llevar a cabo pequeñas tareas en la cocina.
4-La relajación y el tiempo libre
Así como hay momentos en los que se tienen que llevar a cabo tareas de forma activa, debemos crear espacios donde el niño proponga qué hacer, como llevar a cabo una receta, preparar un pequeño snack para todos o ponerse a dibujar. Asimismo, considerar los momentos de relajación y actividades tranquilas como escuchar música utilizando audífonos, hacer o recibir masajes o leer un cuento dentro de una tienda improvisada construida con telas. Es importante considerar que el colegio brindaba a los niños una estructura diaria que hacía que ellos supieran qué les tocaba hacer y en qué lugar. Con los amigos y junto a la maestra gestionaban la mejor forma de hacerlo.
Durante el momento de conectarse de manera virtual, es importante considerar:
- Un espacio establecido, cómodo y con elementos visuales que le ayuden a realizar mejor la transición al encuentro con su escuela.
- Una silla que le permita colocar los pies en el piso, apoyar su zona lumbar en el respaldar en la silla y en lo posible, que tenga apoyabrazos.
- Un escritorio o mesa que le permita apoyar sus codos y así sostener mejor su cabeza.
- Pantalla del dispositivo (laptop, tablet) a la altura de sus ojos, para evitar el cansancio del cuello.
Necesitamos organizar esta nueva rutina, adaptarnos a ella, fomentar el desarrollo del niño, y colaborar en su aprendizaje. Siéntanse acompañados por nosotros para construir estrategias y dialogar.
Algunas referencias útiles:
Coping with life in isolation and confinement during the Covid-19 pandemic- Nathan Smith and Emma Barrett look to extreme environments for tips. https://thepsychologist.bps.org.uk/coping-life-isolation-and-confinement-during-covid-19 pandemic
Stevenson, R. A., Ghose, D., Fister, J. K., Sarko, D. K., Altieri, N. A., Nidiffer, A. R., Kurela, L. R., Siemann, J. K., James, T. W., & Wallace, M. T. (2014). Identifying and quantifying multisensory integration: a tutorial review. Brain topography, 27(6), 707–730. https://doi.org/10.1007/s10548-014-0365-7
Roley, S. S., Blanche, E. I., & Schaaf, R. C. (2001). Understanding
Pedro Sánchez Velásquez
Terapeuta Ocupacional
Atelier Psicopedagógico Áleph
León Trahtemberg-Ganancias de la educación a distancia en la infancia: hábitos, rutinas y límites
Acabo de leer el libro “99 historias de éxito de hábitos” referidos a los hábitos que famosos autores, emprendedores y celebridades consideran que han contribuido a su éxito (Stawicki & Ingraham, 2020). Tchaikovsky caminaba exactamente dos horas diarias; Schiller necesitaba oler peras para ponerse a escribir; Dalí dormía siestas sentado en una silla sobre una plancha de metal con una cuchara en la mano de modo que al quedarse dormido soltaba la cuchara que con el ruido de la caída lo despertaba para seguir su trabajo; Demóstenes se afeitaba media cabeza cuando empezaba a escribir y no salía a la calle hasta que hubiera crecido, para enfocarse en sus escritos; Víctor Hugo escribía desnudo y su asistente le daba su ropa solo luego de terminar su tiempo diario de trabajo; Obama aún siendo presidente empezaba el día temprano, leyendo diarios y tomando desayuno con sus hijos; Bill Gates se levanta cada día a hacer una hora de ejercicios en el andador mientras ve programas de la Teaching Company de los más diversos temas desde la geología hasta la historia para estimular su mente; Hemingway solo escribía en las mañanas para reflexionar en las tardes; Thomas Edison tenía como meta una invención menor cada 10 días y una mayor cada seis meses; Nietzsche escribía parado; y así muchos más.
Lo interesante de estos datos es que las rutinas convertidas en hábitos estructuran a las personas, las organizan, les dan seguridad y libertad para producir de acuerdo a sus capacidades, de manera mucho más eficaz que cuando trabajan en ambientes caóticos, desordenados, con un uso arbitrario del tiempo, dejándose llevar por impulsos de momento, que pueden ser muy creativos pero a la vez fracturados u ocasionales.
Cuando los padres de niños de educación inicial y primeros grados de primaria me preguntan para qué sirve la educación a distancia en niños menores que están conectados por períodos breves con los medios radiotelevisos o digitales a distancia, -acompañados por alguno de sus padres-, les comento que hay dos aprendizajes que hay que valorar gracias al tiempo en contacto con las maestras, aun si es más reducido que el de los mayores, dadas las menores capacidades de atención de los niños de esas edades. Según la mayoría de los científicos dedicados a la infancia y niñez esas son las edades más plásticas de las personas, en las que los estímulos diversos aportan las más grandes oportunidades para el óptimo desarrollo neurológico, cognitivo, motor, emocional, y además se constituyen en el andamio sobre el cual se sostendrán las experiencias, aprendizajes y construcciones emocionales posteriores.
Un aprendizaje se deriva de observar a los profesores y las reacciones de sus hijos. Con ello los padres van interiorizando una cultura de crianza. Pueden observar la manera como los profesores se relacionan con los alumnos, los motivan, juegan, estimulan, gestionan sus intervenciones y relaciones interpersonales, regulan sus conflictos, ponen límites (algo cuya carencia a los padres luego les cuesta caro corregir cuando sus hijos son mayores). El otro es el de la creación de hábitos (que les servirán para todo su desarrollo posterior), que se construyen sobre las rutinas que emergen de cumplir horarios para conectarse, formas de sentarse y focalizarse en ciertas actividades comunes a todos, la responsabilidad para rendir cuentas según las consignas dadas, la regulación del tiempo y oportunidad para intervenir cuando están en grupo con sus compañeros, la consecuente construcción de la autonomía para regular su conducta, realizar sus actividades y resolver problemas.
Obviamente es un proceso paulatino, pero no tengo dudas que si los padres al cabo de 30 ó 45 días comparan los logros de sus hijos en relación al día 1, podrán apreciar avances considerables… Ese es un buen momento para preguntarse qué pasará de aquí a fin de año y cuánto habrían perdido hacia diciembre de no haber tenido ese contacto a distancia durante el año.
Sugiero tomar un tiempo para reconocer estas ganancias secundarias que se generan debido a la educación a distancia, aún en el contexto desfavorable que nos toca vivir este año 2020.
Carta de León Trahtemberg a los alumnos de los colegios del Perú

León Trahtemberg: ¿A distancia aprenden lo que deben aprender?

Con frecuencia escucho a conductores de medios y padres de familia preguntar si en las modalidades virtuales y en general a distancia los alumnos aprenden lo que deben aprender en el grado, bajo la presunción de que de no ser así deberían “recuperar clases” o hasta dar por perdido el año. Me pregunto si no hay un dogmatismo anclado en las clases tradicionales respecto a qué significa “lo que deberían aprender”, que al parecer supone haber recorrido por completo el currículo escolar con sus respectivos libros, guías y la resolución de tareas y exámenes. El impacto de eso por lo demás es muy iluso, porque pocos alumnos -si alguno- al finalizar cada grado o su vida escolar aprendió “lo que debería aprender”, a tenor de los resultados de las ECE y PISA (para los que creen en ellas) así como lo que muestran las evaluaciones de ingreso a las universidades (para los que creen que son adecuadas) y en general, su comportamiento como ciudadanos, poco conscientes del bien común y trasgresores de las normas de convivencia social, como se observa en la presente crisis.
Valgan verdades, “lo que deberían aprender” en cada grado es algo muy arbitrario y variable, y que cada ministerio de educación de cada país del mundo entiende de otra manera, razón por la cual varían en el número de días y horas anuales de clase, la extensión de la educación básica, los contenidos y áreas curriculares, las competencias a desarrollar, las horas que dedican a cada área, los tiempos de recreo y actividad física, etc. Muchos colegios experimentales o innovadores muy prestigiados en el mundo se apartan bastante de lo que propone el respectivo ministerio de educación y producen egresados muy competentes. Siendo así, esta flexibilidad juega a favor de reformular contenidos y calendarios escolares en función de las características atípicas de este año escolar, a lo que habría que agregar que las competencias fundamentales que propone el currículo escolar no se desarrollan en un grado sino acumulativamente a lo largo de la educación básica.
Quizá la pregunta debería ser formulada al revés. O sea, ¿cuánto más van a aprender en este año atípico al verse forzados los profesores y alumnos a incursionar en el mundo de la educación a distancia, en particular en su modalidad virtual, cosa que no estaba previsto en ninguna parte al inicio del año escolar?
Al parecer, respetando la diversidad de modalidades no presenciales que podrían llegar a ser las únicas posibles este año, lo que está ocurriendo es que los alumnos finalmente están convirtiéndose en estudiantes del siglo XXI, que tienen que poner en juego todas sus capacidades al servicio de la migración hacia formas de aprendizaje nunca vistas, a las cuales deben adaptarse porque esa será la modalidad habitual para todo lo que les resta de vida en el siglo XXI. Desde profesores que se comunican por teléfono celular vía whatsapp y correo electrónico con alumnos que ven por televisión los programas que emite el Minedu (Aprende en casa), los que ingresan a esa web por medios digitales, hasta los que acompañan vía Zoom o equivalente a los alumnos por algunas horas diarias, todos están ingresando a su manera al mundo virtual que es el que dominará el aprendizaje de estos tiempos, aún cuando regresen a las clases presenciales. Eso pone en juego una serie de exigencias vinculadas a la autonomía, resiliencia, atención y concentración, trabajo en equipo, indagación de fuentes, uso de recursos digitales, comunicación no presencial sincrónica y asincrónica, socialización mediada por vías digitales, interacción activa y pasiva con profesores a distancia, regulación emocional, que en el momento que se conviertan en habituales habrán permitido a los alumnos dar un enorme salto cualitativo en sus capacidades de aprender que no estaban previstas a principio de año en los planes escolares.
Claro que hay una curva de aprendizaje que va desde el desconcierto y shock inicial, el diseño de propuestas de emergencia, el ensayo y error, hasta que se decanta un modelo razonable que toma en cuenta a profesores, alumnos, medios disponibles y contextos específicos de cada realidad. En ese proceso, al inicio hay mucha frustración y desesperanza, pero conforme pasa el tiempo, la propuesta se asienta, madura, hasta que todos los actores la sienten como una ganancia. Mientras dura ese proceso, hay que tener paciencia hacia el ministerio, los especialistas y funcionarios que trabajan más que nunca para acercarse a la fórmula óptima, y especialmente mucha consideración hacia los profesores que merecen reconocimiento por el enorme esfuerzo de adaptación y dedicación que están colocando al servicio de los niños.
Es cierto que hay espacio para mostrar disconformidad con la lentitud del gobierno en aceitar la máquina y entregar a todos los niños sus materiales y equipos digitales para que aprovechen plenamente esta experiencia. También es cierto que hay colegios y profesores que no están haciendo su máximo esfuerzo en la dirección deseada. Pero me pregunto, en este contexto tan frágil ¿tiene sentido generalizar negativamente a todos y desestabilizar a quienes hacen las cosas bien, o más bien alentar a los que están haciendo las cosas bien para que su curva de aprendizaje sea la más rápida y efectiva de modo que más y más niños se beneficien con las posibilidades de aprendizaje en este atípico año escolar?
Creo que todos estamos aprendiendo más que nunca. Y lejos de una pérdida, dadas las circunstancias anormales, en lo personal lo considero como una ganancia, que impactará la vida escolar inclusive cuando regresemos al formato presencial.
León Trahtemberg
Líder Pedagógico
Colegio Áleph
Tú decides qué forma darle al mundo a través de tu mirada

Por Ainara Ezcurra Arata, alumna de 3ro de secundaria del Colegio Áleph
Este collage que hice con una aplicación para hacer collages digitales, representa la cuarentena. Con este collage yo expreso que cada uno de nosotros puede decidir de qué forma ve algo sólo con la mirada. Por ejemplo, tú decides cómo quieres imaginar que vas a vivir la cuarentena, o sea si la quieres ver como algo positivo, porque puedes pasar más tiempo con tu familia y aprender cosas nuevas como: cocinar el almuerzo, lavar ropa, etc. O también puedes vivir la cuarentena como algo negativo, porque al estar en tu casa sin salir te aburres un montón y no puedes volver a sentir esa felicidad o diversión que tenías al pasar tiempo con tus amigos, como cuando se imaginaban el sabor del sushi en la boca con solo pensar en salir a comerlo o saborear la canchita frente a la pantalla grande, etc.
Yo al comienzo percibía la cuarentena como algo aburrido porque no iba a poder tener esos lindos sentimientos y crear nuevos recuerdos con mis amigas. Pero cuando me empecé a fijar más detalladamente en las cosas positivas que tenía, me dí cuenta que no era completamente mala, porque ahora estoy ayudando, mojándome las manos hasta que los platos queden completamente limpios y también estoy disfrutando más de la compañía de mi familia, además me estoy conociendo más a mí misma. Por ejemplo, gracias a la cuarentena estoy teniendo estas ideas de hacer collages sobre la situación por la que estamos pasando actualmente.
Este collage lo hice para lograr un objetivo, su propósito es que cuando las personas vean mi collage y lean y entiendan lo que significa, cambien su punto de vista sobre la cuarentena y se empiecen a dar cuenta de todas las cosas positivas que tiene y que no es algo malo. Para que en vez de pasarse la cuarentena lamentándose por todas las cosas de las que se están perdiendo, disfruten de todas las cosas buenas que tiene.
Espero que cambien la forma de la que ustedes ven el mundo, después de haber visto mi collage. Aprendan a cambiar la forma de las cosas no solo con su mirada, sino también con su imaginación.
Proceso del trabajo:
La cuarentena es un buen momento para conectar emocionalmente con un hijo adolescente

Las familias tienen la obligación de cubrir las necesidades emocionales de los hijos en cada etapa de su desarrollo. La adolescencia, implica un momento clave en el que los padres deben invitar a sus hijos a confiar en ellos hasta que estén emocionalmente listos para depender de sí mismos. Aun siendo una labor complicada, estos momentos tan peculiares de confinamiento pueden ser propicios para empezar a labrarse dicho vínculo.
Tal como explica el doctor Sergio Arques, psiquiatra del Hospital Vithas Castellón, «en el mundo occidental, nuestro modo de vida frenético y estresante fomenta la independencia del adolescente, quien suele movilizar su dependencia emocional hacia fuera del ámbito familiar, bien en el barrio con amigos o bien en las nuevas tecnologías, renunciando a la guía emocional de los padres, algo que a la larga puede originar resultados desastrosos».
Lo que está claro es que no es adecuado para un adolescente alejarse emocionalmente de sus padres ni tampoco que estos lo permitan, pues sería una clara señal de una relación dañada. «Un hijo adolescente te necesita emocionalmente, -comenta el especialista-, y se debe sacar el lado positivo de una cuarentena que nos puede volver a dar la oportunidad de conectar emocionalmente con él», y «además, comunicarnos con nuestros hijos es importante tanto para ellos como para nosotros, evitando ese aislamiento particular en su habitación dentro del confinamiento social al que nos vemos sometidos. Hay que darse cuenta que, aunque el hijo solo quiera proclamar su independencia, la realidad es que necesita emocionalmente a sus padres como algo vital».
Sólo dentro de una buena comunicación es posible una relación de ayuda mutua, y es cuando realmente se podrá ejercer una verdadera acción educativa. «Lo primero es darse cuenta de que, aunque el joven quiera ser independiente para mostrar su identidad personal, no significa que no pueda o quiera estar en contacto con sus progenitores», afirma el especialista.
Sin embargo, antes de emprender esta «batalla» emocional, los progenitores deben preparase, y para ello «deben tener claro los objetivos principales y que es lo que quieren conseguir con los adolescentes, por ejemplo, fomentar la seguridad en sí mismos; valorar sus avances y logros; manifestar la aceptación y cariño familiar; crear expectativas ajustadas a sus capacidades; enseñar el autocontrol estableciendo límites y normas factibles o ayudarles a madurar asumiendo el riesgo de que los hijos se deben equivocar para aprender», subraya el profesional.
Una vez que los padres tengan claro sus objetivos, comienza el camino de intentar conectar con el adolescente. Para ello, el doctor Arques hace especial hincapié en la actitud parental en dos aspectos, «lo primero es saber que cuando el adolescente esté irritable, los padres no deben tomárselo como algo personal, y deben mantener la calma, en segundo lugar, es muy recomendable tratar de ser proactivos la mayor parte del tiempo y evitar tener respuestas reactivas, ya que estas nos van a alejar de nuestro hijo».
La comunicación provechosa se consigue con madres y padres con respuestas proactivas basada en la escucha activa, el refuerzo positivo y la negociación. «Por el contrario, -afirma el doctor Arques-, los padres reactivos no logran establecer canales de comunicación útiles, ya que no suelen escuchar y sermonean; priorizan lo que quieren decir a lo que el adolescente les quiere decir e invalidan las emociones».
Respetar su individualidad
Para el profesional de Vithas Castellón, es primordial no juzgar ni criticar al adolescente, respetando sus pensamientos e ideas aunque no se compartan. «Lo primero es reconocer sus características particulares y valorarlas. De esta forma, se evitará la lucha, se podrá ver quién es realmente, sus inquietudes, sus sentimientos, y él, a su vez, sentirá respeto y confianza por parte de sus padres, lo que es clave para el acercamiento emocional», agrega el profesional.
Escuchar y empatizar
Antes de dar consejos sin que el adolescente los requiera, se debe escuchar lo que quiere transmitir e intentar empatizar con sus sentimientos. «De esta manera, -comenta el especialista-,se sentirá valorado y respetado y podrá estar más receptivo a las palabras. Si se dan los consejos antes de escuchar, puede tener el efecto contrario, es decir, se le transmite que no es capaz de resolver los problemas por sí mismo», afirma el especialista.
Dar cariño
«Aunque a veces resulte complicado por el rechazo del adolescente, el amor en casa mueve montañas», agrega Arques, el contacto físico con el adolescente es clave. «Los besos y abrazos diarios y decirles lo que se les quieres es uno de los mejores bálsamos. El adolescente así se siente parte importante del núcleo familiar y son valores que siempre se perpetuaran en su interior y transmitirá a sus hijos».
Disponibilidad emocional
«No hace falta presionarles para hablar, porque no lo harán. Lo que un adolescente necesita es sentirse libre para contar con los padres siempre que lo necesite», concluye el especialista. Por tanto, es necesario encontrar las maneras de estar próximos a los hijos en estos momentos, aunque se esté teletrabajando o realizando las tareas del hogar o ejercicio en casa. «Simplemente diciéndoles, ”llámame si me necesitas y, en el momento que pueda, te atiendo sin problema”. De esta forma los hijos sentirán que son lo más importante para los padres, y que siempre estarán disponibles emocionalmente».
Fiorella de Ferrari: “Necesitamos que padres y maestros sean escuela”

En medio de un contexto en el que padres de familia temen por la calidad de la educación que están recibiendo sus hijos, la educadora se pregunta: ¿Nos estamos concentrando solo en el cambio de modalidad? ¿Qué otros aspectos de fondo hay en la reinvención de la escuela? ¿Nos estamos olvidando del impacto que tiene la escuela de la casa?
Frente a la situación global que estamos viviendo, los seres humanos nos estamos reinventando, así como también muchos de los sistemas alrededor de los cuales se organiza nuestras vidas. La escuela es uno de esos sistemas que se está adaptando a este nuevo contexto, desplazándose a plataformas virtuales lo que ha significado, para los maestros y las familias, un gran esfuerzo de acomodación. Sin embargo ¿nos interesa que la reinvención de la escuela se materialice exclusivamente en el cambio de modalidad?
Para que los niños aprendan la escuela necesita, en estos tiempos de tanta incertidumbre, poner en el centro las relaciones. Los educadores sabemos, gracias a la investigación, que las interacciones de calidad son la variable que más impacto tiene en el aprendizaje. Pero en este momento de distanciamiento social no solo es una necesidad para el aprendizaje sino para la supervivencia. Especialmente la de los niños.
Ellos nos solicitan (directa o indirectamente) a padres y maestro que respondamos a una necesidad humana vital: no ser excluidos de la tribu. Esta obvia necesidad de mantenerse cerca de su círculo social cotidiano debe ser tomada en serio por todos los adultos involucrados en la vida de los niños.
Esta escuela, que durará algunos meses más, tiene que cumplir con el currículo, garantizar los aprendizajes proyectados para el año escolar, pero también debe aprovechar el contexto complejo que estamos viviendo para enriquecer la vida de los jóvenes y que este tiempo de aislamiento social los fortalezca y los ayude a crecer. Para esto necesitamos que padres y maestros sean escuela.
La escuela virtual
Los maestros necesitan pasar tiempo con los estudiantes, aunque sea virtualmente, y hacerlo en grupos pequeños para garantizar que todos los miembros se puedan escuchar y trabajar de forma colaborativa. El aprendizaje, para que sea potente, debe entenderse como un proceso de construcción grupal, posible en el intercambio y la confrontación.
La educación virtual tiene que estar enfocada en el encuentro entre personas. Necesitamos elegir, en la medida de lo posible, aquellas plataformas que nos permitan vernos, escucharnos y leer el lenguaje no verbal del otro. Pensar en este nuevo “espacio” como un ágora, un lugar de encuentro para que los estudiantes participen y contribuyan creativamente: desarrollen conceptos, dialoguen, intercambien opiniones, se rían, se confronten, den retroalimentación a sus amigos, reflexionen, construyan sobre el pensamiento del otro, piensen en estrategias conjuntas para construir su aprendizaje.
Los encuentros necesitan ser espacios efervescentes, llenos de energía e intercambio. Es decir, deben ser un lugar donde nuestra humanidad se siga alimentando. Eso no puede ser negociado.
Los padres de los más pequeños necesitan acompañar a sus hijos para que se encuentren, al menos por momentos cortos, con sus amigos y maestros. Este tiempo de encuentro no es tiempo en pantalla. Es tiempo entre personas, tiempo para seguir construyendo una relación con el mundo exterior, pero sobre todo para seguir fortaleciendo sus relaciones. Los niños pequeños necesitan seguir en contacto con sus amigos y sus maestros: cantar juntos, escuchar una historia y conversar sobre ella, tomar turnos para dar ideas sobre un tema de interés, buscar estrategias para resolver experiencias educativas.
La escuela de la casa
La cotidianidad de casa también puede ser parte de la escuela reinventada y del currículo para la vida. Hace un mes, los niños y jóvenes se iban por la mañana y muchos de ellos no sabían qué pasaba en casa. Volvían, después de la jornada escolar, y las tareas domésticas habían estado en manos de sus padres o trabajadores del hogar. Ahora muchas familias los están haciendo partícipes de estas tareas.
María Montessori decía que los niños tienen derecho a sentirse integrados a la vida de su casa, sentirse funcionales, protagonistas dentro de su comunidad y que la escuela debía incorporar aquellos aspectos que tienen que ver con la vida diaria: cocinar, lavar, doblar la ropa, limpiar, servir, cuidar las plantas, etc. Las escuelas como las conocemos han olvidado el poder de estas ideas. Ahora que estamos en cuarentena tenemos la oportunidad de generar las condiciones para que nuestros hijos desarrollen esas habilidades (asociadas al pensamiento lógico matemático, las ciencias naturales, la química y el desarrollo de habilidades motrices finas y gruesas) y se sientan competentes contribuyendo en casa.
Parte de la belleza de algunas de estas tareas domésticas radica en la intimidad que generan. Mientras doblamos ropa podemos conversar con nuestros hijos sobre temas de su interés, escuchar sus historias, sentirlos, contemplarlos, conocerlos más. Nosotros estaremos aprendiendo más sobre ellos y ellos se llevarán, como regalo para la vida, nuestra escucha atenta, nuestro interés por enterarnos, nuestro respeto a su silencio, nuestra forma de estar con ellos. Estarán aprendiendo que hay formas tranquilas de estar con otros, que también puede ser “cool” descansar de la contaminación visual a la que están expuestos por la tecnología. Aprenderán sobre la belleza del silencio acompañado, la belleza de las tareas no-divertidas.
En la escuela de casa, los padres no aprovechamos nuestro tiempo juntos para dar cátedra, sino para atender la relación, para abrazarnos y conversar largo; aprendemos a hacer sobremesa, y a seguir conversando mientras lavamos los platos.
En la escuela de la vida damos espacio para hablar de lo que sentimos, lo modelamos porque sabemos que, si nosotros compartimos lo que sentimos y abrimos nuestro corazón, ellos lo harán también luego.
Los niños extrañan su escuela presencial: sus ruidos, juegos y espacios. Extrañan encontrarse con sus amigos y maestros en el aula, aprender estando cerca del otro. Y sabemos que, a pesar de todos los esfuerzos que estamos haciendo, volver a encontrarse dentro de la escuela, es lo que más anhelan.
Mientras tanto, podemos aprovechar esta reinvención de la escuela. Porque estar juntos, así como estamos ahora, nos puede dejar un nuevo tipo de felicidad. Así, cuando terminen estos tiempos turbulentos y miremos atrás, podremos sentirnos orgullosos de los padres y maestros que fuimos para nuestros hijos.
Educación a distancia, niños y bicentenario

“Todos los discursos oficiales de nuestras autoridades han sido dados en lenguaje adulto suponiendo que la audiencia solo está compuesta por adultos”.
Por León Trahtemberg
El año del bicentenario marcará un hito en la vida de los niños y los padres, porque habremos encarado los retos inesperados de la educación a distancia de los niños, convertida en una disruptiva nueva condicionante de nuestra cotidianidad, con sus respectivos problemas y posibilidades. Me centraré en tres de ellos.
El primero es la invisibilidad de los niños. Todos los discursos oficiales de nuestras autoridades y líderes políticos han sido dados en lenguaje adulto suponiendo que la audiencia solo está compuesta por adultos. Los niños han sido tratados como potenciales agentes contaminantes de los demás, especialmente los enfermos y ancianos. No se ha considerado su identidad infantil, su salud mental amenazada, sus sentimientos y pensamientos cargados de temores, angustias, confusión, y finalmente miedo a morir o que se mueran sus padres y abuelos. Se les ha encerrado en casa sin siquiera darles la libertad que se da a los perros para salir una vez al día a hacer sus necesidades. Para los niños eso significaría tomar sol, aire, romper la estresante rutina de las cuatro paredes (que a veces suscita algo de violencia psicológica y física) y de las tareas escolares que de la noche a la mañana los convirtieron en indefensos estudiantes virtuales.
Al 2021 aspiro a que sus autoridades nacionales regularmente se tomen unos minutos en sus discursos para dirigirse a ellos, darles las facilidades que requieren y hacerles sentir que son parte viva y respetada de su nación.
El segundo es el de la incorporación de la educación a distancia a la vida preescolar y escolar.
Pese a saber que el siglo XXI estará marcado por el aprendizaje a distancia, aún era inusual en el Perú; pero ha llegado para no irse más.
Sin embargo, ha sido notorio el escepticismo de los padres sobre su valía, expresada en términos de su no equivalencia a clases presenciales y la exigencia de un menor costo de pensión mensual calculado por el menor número de horas de exposición directa a sus profesores.
Veamos el caso de los niños de preescolar que en diciembre del 2019 terminaron el grado de 4 años. A junio o julio del 2020, si es que regresan a clases, habrán tenido un vacío de seis meses de conexión con maestros y compañeros de clase, sin mayor estimulación pedagógica en la etapa más importante para su desarrollo, entre los 0 y 5 años. Sumado a ello, el hartazgo de la saturación de la vida en el hogar, su falta de estimulación física, cognitiva, neurológica, social y contención emocional que usualmente les brindan las maestras.
Dos o tres contactos diarios de 20 a 30 minutos con la maestra, alternados con actividades libres, lo que hacen es impedir el retraso en su maduración, socialización, juego mental, desarrollo sensorial e intelectual, y airear el trauma del encierro, respetando su capacidad de atención y concentración, posturas corporales y sensorialidad afectadas por una excesiva conexión continuada con la pantalla.
Esa maestra debe estar trabajando a plena capacidad para asegurar, aunque pase poco tiempo en contacto directo con los niños, que se construya ese vínculo con ella y los compañeros, creando las condiciones para la continuidad de su desarrollo, maduración y estimulación vital.
Al 2021 aspiro a que los padres valoren no solo ese vínculo educativo, sino el rol que los maestros juegan en ello.
El tercero es el del chateo tóxico de papás y mamás a través del WhatsApp. El mínimo denominador común de los padres de hijos escolares que no saben nada de tecnología es el uso del WhatsApp. Pudiendo ser un espacio de intercambio de información general útil sobre sus hijos, se ha convertido en el depositario de las reacciones más impulsivas, hepáticas e histéricas de algunos papás y mamás, que tiene como víctima al ausente en el chat, o sea el profesor o los directivos de la institución educativa. ¿Cuál es el efecto de esa queja? Desprestigiar al aludido, sin que el problema que origina su queja se resuelva, porque entre los padres no podrán resolver los problemas personales que involucran a terceros. Es curioso, le hacen ‘cyberbullying’ al profesor cuando odiarían ver que este se lo haga a su hijo o hija.
Al 2021, aspiro a que frente a esos padres intoxicantes del clima escolar haya siempre al menos uno que salga al frente que le diga: “Este no es el espacio en el que se va a resolver tu inquietud” o “Toda moneda tiene dos caras, ¿cuál es la otra?”, y así…
En suma, el destino nos ha confrontado con algo inesperado y angustiante que definirá nuestro futuro laboral, económico, académico, físico y mental. Hagamos de eso una oportunidad para aprender y dar un salto hacia adelante, para que nos ayude a crecer y creer que el bicentenario abre las puertas a un futuro auspicioso.
León Trahtemberg
Líder Pedagógico
¿Cómo darle sentido a lo que estamos viviendo?

Por Desirée Castaman – Psicóloga del colegio Áleph
Todos somos conscientes que esta coyuntura nos tomó por sorpresa y quizás, hasta ahora, no sintamos que tenemos todas las herramientas necesarias para ir adaptándonos. Pero todo este esfuerzo para acomodarnos ¿servirá (aunque quisiéramos no podemos verlos como algo pasado) de algo? ¿cómo veremos el mundo luego de la pandemia? ¿cuál será el rol que decidamos asumir como ciudadanos? ¿Cuál será el punto de vista que estoy reconstruyendo sobre mi país, mi comunidad y sobre mi familia? En Áleph, las crisis son vistas como oportunidades y creemos que, si podemos hacernos estas preguntas a modo de reflexión e instrumentalizamos nuestros pensamientos en prácticas concretas, en nuestros quehaceres diarios, estaremos aprovechando esta coyuntura.
La escucha
¿Parece que nuestros hijos están “más demandantes” que antes? ¿es usual oír: “mami mira”, “papi ven”? Puede ser que sus emociones están muy a flor de piel y es natural que nos busquen con insistencia, son los padres quienes brindan mayor seguridad en situaciones difíciles, pero ¿cómo aprovechamos los momentos que podemos escucharlos sin distractores? La escucha debe ser genuina, se escucha con la observación, con los sentimientos o con el pensamiento. La escucha es visible y atenta, como menciona Agnes Szantó, es paciente. Debe darle espacio no solo a la palabra, sino también a la metáfora, al objeto, al gesto y al interés. Atesoremos esos momentos que podemos salir de nuestro rush del día, descansemos con nuestros hijos, mirándonos, escuchando sus historias, sus observaciones, sus miedos, sus alegrías y sus descubrimientos.
Las emociones
Las estamos sintiendo todos y todas y cada uno tiene diferentes maneras de afrontarlas. Reconozcamos que somos diferentes y que, aunque vivamos lo mismo, lo elaboramos desde el lugar que ocupamos en la familia y con nuestras características individuales. Será importante que acojamos nuestras emociones, las validemos y nos demos permiso de quebrarnos para poder luego, armarnos. Cuidemos las frases que juzgan o que no permiten expresar lo que sentimos, es válido sentirnos vulnerables, pero cuidemos que nuestro miedo o nuestra frustración no nos paralice. Abracemos nuestra emoción, caminemos con ella y confiemos en que no tardaremos en ver cómo emergen nuestras potencialidades, nuestra creatividad y nuestras fortalezas.
El tiempo y el espacio
Parece que ocurrirán cambios estructurales de paradigmas, la concepción del tiempo y el espacio son uno de ellos. Hemos estado marcados por la prisa y por la tarea; que ahora nos obligan a “parar”. Nunca ha sido tan evidente la relatividad del tiempo y el espacio, sesiones de aprendizaje, las vacaciones, los fines de semana, el año escolar… eran hitos que ayudaban a estructurarnos. Ahora, en momentos donde todo cambia, la sensación de que todos se nos va de las manos puede que nos invada y nos angustie. El espacio ha cambiado su formato, su definición, sus límites. Se redujo nuestro ambiente y podemos estar lejos de todos, pero a la vez contactados. Existe una clara invitación a la pausa, pero aún no le encontramos un lugar. ¿Cómo vamos a aprovechar nuestros momentos ahora? ¿qué valor tiene el tiempo para nuestra familia o para nuestros trabajos? ¿cómo vamos a darle balance a nuestras responsabilidades? ¿a qué le vamos a dar prioridad? Tenemos la a oportunidad de reconfigurar nuestro manejo del tiempo y del espacio para que sea saludable para nosotros y, por ende, para nuestros hijos.
La presencia
Puede ser otro concepto que quizás necesite que lo analicemos. Lo virtual puede aparecer como una gran herramienta, pero no necesariamente nos satisfaga cuando se trata de afecto, o de “estar con el otro”. La presencia tal vez hoy la sentimos más que nunca irremplazable y entonces, ¿cómo nos vamos a sentir acompañados en este momento de aislamiento social? ¿cómo vamos a acompañar a los demás La distancia, cercanía, presencia, conexión se van a ir redefiniendo de acuerdo a nuestras necesidades como familia y como individuo.
La comunidad
En estos tiempos, parece ser que nuestros parámetros sobre la idea que teníamos de nuestras comunidades se están trasformando. Manejarnos dentro de una problemática que nos une y nos separa, que nos identifica a todos y a todas, es como si nuestros pesares se hacen más comunes entre nosotros. Es importante que podamos imaginarnos en escenarios posibles donde, como familia, pongamos nuestra creatividad, recursos e ideas al servicio de los demás; que nos pensemos con optimismo. Confiemos que lo que se contagie sean los pensamientos positivos, los gestos amables y nuestra sensibilidad por el otro.
Pensemos que hoy nuestros hijos están aprendiendo más que nunca qué ciudadanos quieren ser y nosotros estamos modelando muchas de sus ideas y principios. La importancia de cuidar y cuidarse, de pensar en el bien común nos une como comunidad.
Una nueva sinergia

Ximena Zevallos, maestra de tercer grado de Áleph comparte con nosotros su experiencia como educadora en estos días:
Estas últimas semanas nos hemos enfrentado a una realidad que nos lleva al límite de nuestras emociones y capacidades. En el caso de nosotros, los maestros, hemos asumido un reto grandísimo al tratar de rediseñar experiencias, pensadas en la interacción, el intercambio y el ambiente, para hacerlas a distancia, tratando de mantener la mística que suele envolver nuestros encuentros en el colegio.
Estos cambios inevitablemente nos han llevado a pensar en lo que verdaderamente conlleva ser un maestro. Hemos podido leer y escuchar comentarios buscando estrategias, celebrando nuestra paciencia, admirando la dedicación, etc. Por una parte, da gusto saber que nuestra imagen se revalora en una sociedad que será, espero, muy distinta cuando todo esto acabe. Por otro lado, lamentamos las condiciones en las que estas reflexiones suceden.
Es verdaderamente un reto hacer las clases a través de una plataforma virtual con la carga emocional que supone el no podemos salir, el temor y frustración que implica estar en confinamiento. Es complejo no poder estar “ahí” para resolver dudas o acompañar a cada uno de los alumnos en sus procesos de aprendizaje. Está siendo difícil, sí. Pero por muy adversos que sean estos momentos, ser maestro es mucho más de lo que se hace visible. Ser maestro es maravilloso.
Nosotros hemos elegido esta profesión por vocación. Es lo que más amamos hacer en el mundo. Por todos los motivos que se pueden imaginar. Es muy difícil encontrar a un maestro que justifique por qué es maestro y que su respuesta sea idéntica a la de otro. Cada uno ha ido construyendo su relación con la docencia desde su experiencia personal. Como la vida misma.
En mi experiencia, ser maestra en el Áleph no solo es generar diferentes oportunidades de aprendizaje, es ser parte de ellas. Ese momento en el que se conecta una idea con la otra y se construye un aprendizaje significativo es invalorable. La cara de “¡eureka!”, la emoción, el diálogo, la reflexión, etc. Estoy segura de que, si cierran los ojos e imaginan esta escena, saben perfectamente de qué estoy hablando. Ser testigos del aprendizaje de nuestros alumnos es, sin duda, uno de mis momentos favoritos dentro y fuera del aula.
Estos momentos que tanto atesoro tienen como plataforma el vínculo que construimos entre todos. Hay una emoción que nos une a padres, maestros y niños, que nos sostiene para ir tejiendo una red de aprendizajes infinitos.
Felizmente, nuestra comunidad educativa, siempre ha sido una de las fortalezas de la escuela. Esa relación que construimos día a día entre todos es lo que finalmente hace de la escuela un espacio emocionante y, por ende, un espacio de aprendizaje.
En este sentido, la empatía, sin duda, será una de las actitudes que mantendrán nuestro vínculo fuerte como comunidad. En estos días, no esperamos que los padres sean maestros o que los maestros cambien su esencia. No queremos poner a prueba nuestros roles sino más bien, mirarlos para repotenciar nuestro sentido de comunidad.
Hoy, mañana, y cuánto tenga que durar esta situación, tenemos una posibilidad para acercarnos más los unos a los otros. Padres y maestros. Hoy, tenemos la oportunidad de compartir esos momentos tan hermosos como lo son los aprendizajes. Podemos seguir siendo los grandes aliados que somos y acompañar a los niños en esta experiencia, en descubrir sus propios recursos y a entender, desde el juego, lo que pasa en el mundo externo y aún más importante, en el interno.
Ahora que tenemos esta tarea conjunta en el marco de educar, una educación que dista muchísimo de un encuentro cercano, de un mirarse a los ojos, de un ambiente que nos acoge como suele ser en Áleph y aun así nos regala grandes oportunidades, podemos repensar nuestra comunidad educativa y redefinir el rol del adulto, maestro o padre, frente a la exploración, al descubrimiento y al aprendizaje de los niños para así formar una nueva sinergia.
¡Que tengan una linda semana!
Ximena Zevallos
Cuidar a los niños por Fiorella De Ferrari

Pensaba estos días en la película La Vida es Bella, en la que un padre crea para su hijo un escenario paralelo para protegerlo de la tragedia del holocausto. El personaje convierte el drama en un universo de juego donde su hijo, cómplice del padre, entra en el teatro creado para él y asume su rol dentro de la obra.
Muchas familias están lidiando con una coyuntura que no solo implica el aislamiento, sino la pérdida del empleo, el desbalance de su salud emocional y el miedo a la enfermedad. No es el holocausto, pero sí una situación nunca antes vivida por nosotros. Los niños observan, solicitan atención, te dicen “mami, mírame”, pidiendo ocupar un lugar en nuestra mente ocupada y angustiada.
Y vuelve la Vida es Bella a mi mente, el derecho que tienen los niños a que protejamos su mente, sus lugares de escape, su imaginación, para seguir construyendo una relación de confianza con el mundo, de proyección positiva frente a una vida que ya es compleja y desafiante en sí misma.
Qué estoy haciendo como mamá para crear ese escenario paralelo, que no es fingir, sino jugar a que existen otras posibilidades, inventar otras realidades que, por qué no, también son verdad y pueden ser la realidad.
Cómo cuidamos a los más pequeños. Quizá estos días deba ser ayudarlos a mantener la ilusión, no dejar que se rompan por dentro. Y para eso está el juego, el “qué pasa si” y nuestra capacidad para renunciar a nosotros mismos y poner por delante a nuestros hijos. Es un ejercicio que requiere suspender nuestros supuestos sobre lo que una buena vida significa y entender qué es la vida para los niños.
¿Qué vida necesitan en este momento? Probablemente una de calma, de cariño, suavidad y aliento, una de juego donde haya espacio para reír sabiendo, porque ellos lo saben, que las cosas en el mundo son difíciles.
Saber que nosotros, los adultos, estamos postergando, por ratitos, nuestra propia tragedia, les sirve a ellos de modelo, les estamos regalando una estrategia que tomarán prestada, ojalá, en el futuro. Podrán decir, la Vida Es Bella, o puede serlo incluso en la adversidad. El juego de pretender, uno que nos ha salvado más de una vez como humanidad, será una herramienta para apelar a la propia creatividad emocional, una que necesitamos para ser personas.
Identificar la belleza de la vida parece estar, estos días, en nuestras manos. Es una alternativa que podemos tomar o dejar. Mi intuición es, que para que los niños salgan bien parados de este mes de aislamiento, nos necesitan. Necesitan que sus padres jueguen, como el padre de la Vida es Bella, a que este mundo es lo suficientemente bueno.
¡Les mando un abrazo muy grande a todos!
Fiorella De Ferrari
El coronavirus ha invisibilizado a los niños

En toda esta crisis del coronavirus, los niños solo han sido tratados como potenciales agentes contaminantes de los demás, especialmente los enfermos y ancianos. Casi como potenciales asesinos de los vulnerables. A la par, son tratados como si fueran adultos en pequeño, a los que las autoridades no les hablan de acuerdo a su edad y necesidades, sino como parte del mismo mensaje con el que se dirigen a los adultos. No se respeta su identidad infantil, como personas cuya salud mental está amenazada, que necesitan que sus sentimientos y pensamientos sean abordados de modo específico, ya que están cargados de temores, angustias, confusión, y finalmente miedo a morir o que se mueran sus padres y abuelos, que es lo que se escucha todo el tiempo en las noticias.
Esos niños encerrados en su casa ni siquiera tienen la liberalidad de un perro de poder salir una vez al día a “hacer sus necesidades”; es decir, tomar aire, romper la rutina de las cuatro paredes, salir del estrés del núcleo familiar confinado (que en muchos casos incluye algo de violencia psicológica y quizá física) y de las tareas escolares que de la noche a la mañana los convirtieron en indefensos “estudiantes virtuales”.
El presidente sale en su comunicación diaria a anunciar el número de enfermos y muertos, a reiterar la promesa de la tardía compra de los kits de pruebas de identificación de la enfermedad y los millones de soles que buscan generar algún beneficio a la población. El ministro de educación sale a contestar las reiteradas preguntas de los periodistas sobre la equivalencia entre días de clases perdidos y los emitidos a distancia y la recalendarización del año escolar si se prolonga la suspensión de clases, como si no hubiera nada realmente educativo que transmitir. Y una vez más, pasa el día, pasa la noche, y nada con los niños. En ellos, otra vez esta sensación de indefensos castigados que ven como policías y militares controlan que nadie salga de su casa a la par que reciben la promesa de la cancelación de sus vacaciones escolares.¿No sería educativo y justo para ellos, que su presidente, su ministro, los líderes de opinión, se tomen unos minutos al día para dirigirse a ellos, tranquilizarlos, explicarles en sus propios términos lo que está pasando y darles ánimos para sostenerse hasta que vengan tiempos mejores?
León Trahtemberg
Líder Pedagógico Colegio Áleph
Mensaje de León Trahtemberg para la comunidad
León Trahtemberg, nuestro líder pedagógico, le dedica unas palabras a la comunidad educativa.
Mensaje de León Trahtemberg a nuestros alumnos
León Trahtemberg, nuestro líder pedagógico, le dedica unas palabras a los alumnos de nuestra comunidad.
Minedu presenta estrategia “APRENDE DESDE CASA”
León Trahtemberg, nuestro líder pedagógico, sostuvo en RPP que el aprendizaje del futuro es a distancia, por lo que saludó la iniciativa del Ministerio de Educación “Aprende desde casa”.
Carta de León Trahtemberg sobre el coronavirus

El coronavirus como oportunidad para la transferencia de aprendizajes en colegios y universidades
Una de las propuestas claves que tenemos los profesores del colegio Áleph con relación al aprendizaje de los estudiantes, tiene que ver con la capacidad de comprender el significado de las cosas. Por ejemplo, tenemos ahora el caso del coronavirus que puede servirnos para transferir aprendizajes hacia situaciones similares no estudiadas o imprevistas pero que tienen algunos elementos comunes con la del virus actual.
En nuestro quehacer cotidiano constantemente nos proponemos lograr que los estudiantes conecten estos conocimientos con sus actitudes -en vez de quedarse con la mera información que además se extingue en el corto plazo- y cómo lograr que los padres participen en ello también.
Veamos algunas interrogantes.
1). ¿Qué caracteriza al virus y su propagación? ¿Cómo entender que es un virus que a diferencia del resfrío que se instala en fosas nasales, el coronavirus lo hace en los pulmones, pero ingresa a los órganos del cuerpo a través de la boca, nariz u ojos, -la cara- por lo que las afecciones tienen que ver con problemas de orden respiratorio y pulmonar? De allí que los pacientes mayores -con pulmones más “gastados”- y aquellos con algún antecedente de enfermedad respiratoria o pulmonar tengan mayor vulnerabilidad. Es la razón además por lo que es importante lavarse las manos, que son las que tocan la cara que es por donde entrará el virus al cuerpo. Es la razón que la cuarentena -el auto confinamiento de 14 días hasta extinguir el tiempo de incubación- limita la expansión del virus del portador hacia otras personas.
2). ¿Cuál es la principal diferencia entre una enfermera que se infecta por despreocupada y la que no se infecta tratando pacientes con síntomas? Ambas son profesionales de la salud, y tienen la misma información sobre los daños a la salud que causa el coronavirus. Sin embargo, la que se infecta no convierte el conocimiento en actitud, en compromiso, en acción reguladora de su voluntad. En cambio, la segunda, sí logra integrar el conocimiento con la actitud responsable hacia su salud y la de los demás.
Traigo este ejemplo a colación porque en el necesario abordaje al tema del coronavirus COVID-19 en clases hay que tener presente que recitar medidas preventivas sin entenderlas no tiene mayor impacto. Debemos procurar que cada estudiante a su nivel entienda qué es el corona virus, cómo se transmite, y junto con ello pensar cómo es que si toma medidas de prevención estará colaborando a que su mamá, papá, abuelos, hermanos, amigos, vecinos no se enfermen, y a que ellos mismos tampoco sufran daños debido que si los demás se cuidan también ellos estarán protegidos. El bienestar común incluye a todos y es parte vital de la actitud ciudadana responsable.
Dicho sea de paso, el tema del COVID-19 pese a lo lamentable de sus efectos es un caso interesante para hacer diariamente un seguimiento en tiempo real sobre cómo una enfermedad contagiosa se convierte en epidemia, cómo se expande geográfica y numéricamente, los patrones de afectados más vulnerables, y a la par, cómo reacciona la comunidad científica y médica, qué estrategias creativas se gestan en momentos de crisis, el efecto del pánico en el agotamiento de bienes y mascarillas, cómo se afecta la economía y producción mundial, cómo los gobiernos y medios de comunicación comunican y asumen su responsabilidad social, y tantas vertientes más que van a apareciendo en el abordaje del tema. También es una oportunidad para invitar –cuando reinicien las clases- a los padres y madres que son médicos a conversar con los alumnos en sus salones para que puedan aportar su saber en beneficio de ellos.
En suma, algo tan importante para la vida de la humanidad no puede pasar desapercibido por nosotros. Es uno de esos temas que abren enormes oportunidades de conectar la vida escolar y universitaria con la realidad y de facilitar la transferencia de este saber a situaciones futuras que sin duda se presentarán.
Ese tipo de esfuerzos de comprensión y compromiso actitudinal están en la base de nuestro trabajo en aula -temporalmente suspendido por decisión gubernamental- por lo que animamos a los padres a que sumen al dialogo con sus hijos este tipo de perspectivas, que sin duda contribuirán a proteger su salud y las de las personas con las que entren en contacto.
Cordiales saludos.
León Trahtemberg
Líder Pedagógico Colegio Áleph
Fuente de video: Dr. Peter Lin – Corona Virus (Facebook)
Comunicado Áleph
Por medidas de prevención, se ha decidido postergar el evento de presentación de nuestro colegio para padres interesados, que se iba a realizar el día martes 10 de marzo a las 8:00am. La nueva fecha de la presentación se comunicará durante los próximos días.
Confiamos en que comprenderán que es una medida preventiva importante con el fin de velar por el bien de todas las familias.
Agradecemos su interés por conocer más sobre la propuesta educativa de nuestro colegio.
Humanidades para humanizar la ciencia y tecnología

La columna bajo el título “Los estudios científicos necesitan una visión humanística para ser críticos” (abc.es, 10/12/2019) cita al filósofo holandés Rob Riemen demandando humanizar a los humanos en una era inhumana, diciendo: «vivimos en una época de racionalismo tecnocrático y de comercialismo cultural, en la que la calidad y el valor espiritual se ve reducido a la cantidad». Una era en la que “la ciencia y la tecnología no humanizan” y en la que algunos políticos «corrompen la ética en lugar de alimentarla».
En general cada vez más los filósofos e intelectuales reclaman más presencia de las disciplinas humanísticas en los estudios universitarios científicos y tecnológicos de modo que se aborden los diversos conflictos y problemas estudiados desde una perspectiva crítica amplia y global. Esto está condensado en el informe mundial «Humanities and Higher Education: Synergies between Science, Technology and Humanities» elaborado por la red Global University Network for Innovation (GUNI) al que aportaron 130 autores internacionales.
Se critica la alta especialización del sistema universitario que omite algo tan crucial como la interacción entre disciplinas que dificulta a los estudiantes entender el mundo en el que vivimos. De allí que busquen soluciones inmediatas, a corto plazo que no producen soluciones reales.
Riemen sostiene que con ello tan solo se cultiva el sinsentido, la estupidez y la ignorancia que generan cada vez más desigualdades y eso crea el espacio para los discursos demagógicos y fascistas en países como España, Italia, Francia, Austria o Turquía.
Por ello propone como antídoto una educación liberal para que «toda sociedad se apropie de conceptos como justicia, verdad y belleza» y a través de las humanidades «aprender a ser compasivos, generar belleza y compartir amor». De ese modo, espera, tomemos distancia de la sociedad de mercado “en la que la educación es su sirviente humilde».
Frente a la arrolladora tendencia a pontificar de las ventajas para los estudiantes del dominio de las Matemáticas, Ciencias y Tecnología que atraviesan los currículos escolares, las pruebas internacionales, las evaluaciones de admisión a las universidades, los visionarios de la convivencia pacífica entre los pueblos señalan la urgencia de esta visión interdisciplinaria de mundo para la cual el estudio de las humanidades juega un rol central.
Artículo publicado por León Trahtemberg el día 26 de enero de 2020.
Fuente: www.trahtemberg.com
El equilibrio con las habilidades blandas

A contrapeso del énfasis en el aprendizaje de conocimientos de áreas científicas y humanísticas propias de la escuela tradicional, independientemente de las características personales, éticas y sociales de los alumnos, cada vez suman más las voces que demandan un mayor equilibrio en la formación escolar con las denominadas habilidades blandas que valoran la empatía, tolerancia al fracaso, perseverancia, habilidades sociales y varias otras.
Como ocurre con frecuencia, la falta de puntos medios equilibrados hace que haya líderes de opinión que cargan la tinta de modo pendular hacia uno u otro de los extremos. Por ejemplo, los admiradores de la educación nórdica que para un mundo tan cambiante pone énfasis en el desarrollo de habilidades generales, que permitan «pivotear» fácilmente a los egresados entre distintas ocupaciones, tanto las nuevas como las renovadas. Por ejemplo, Peter Diamandis, físico, ingeniero que es uno de los fundadores de Singularity University puntualiza la importancia de cinco ejes o valores que permiten navegar por el nuevo mundo: pasión, curiosidad, imaginación, pensamiento crítico y persistencia. Propone una currícula de habilidades generales que incluya la empatía, fomento de la curiosidad, detección de la pasión de cada uno, persistencia, storytelling, experimentación, exposición a la tecnología, creatividad e improvisación, ética y codificación. Sin duda no deja de mencionar a los tres básicos (leer, escribir y matemáticas) pero solo como una de la decena de secciones que propone. (La Nación, Argentina, 31 12 2016 “Los mitos de la economía de la nueva educación”)
En la vereda opuesta están los que sostienen que, para enseñar razonamiento social centrado en el análisis de los procesos, temporalidad, contextualización, se requiere previamente que el alumno domine los conocimientos sobre los cuales se hará la investigación. El pensamiento crítico solo tiene sentido si se ejerce en contextos definidos. En el medio, Ignacio Puig Moreno (Acamica) alerta que ambas visiones, la de la especificidad y la de las habilidades generales, son complementarias.
En suma, de lo que se trata es poner en juego las habilidades blandas a la hora de abordar aquellos temas que corresponden a áreas disciplinares que tienen su propia lógica interna y un conjunto de conocimientos que los sostienen o investigaciones y proyectos interdisciplinarios.
No se puede cultivar las habilidades blandas en el vacío.
Artículo publicado por León Trahtemberg el día 16 de abril de 2017.
Fuente: www.trahtemberg.com
¿Qué entendemos por espacios formales?
En el Áleph los maestros siguen un proceso que permite que el currículo se viva desde el aprendizaje contextualizado y activo.
¿Cómo reforzar el vínculo con sus padres a través de la ciencia?
Los alumnos de 6to grado, a través de su proyecto de investigación en el área de ciencias, observan y se cuestionan: ¿cuáles son los rasgos físicos que compartimos con nuestros padres?
Áleph – Padres
Compartimos testimonios de padres de nuestra comunidad. Áleph «Aprender sí puede ser la mejor experiencia de la vida»
La cocina en el Áleph
En el Áleph hemos diseñado un sistema alrededor de la cocina que incluye el trabajo colaborativo entre nutrición, cocina creativa y pedagogía.
¿Cómo evaluamos las matemáticas?
Ximena Payet, Coordinadora Pedagógica, nos plantea cuál es el proceso de evaluación desde la visión del colegio Áleph.
Somos parte del Grupo Educativo Transforma
Infraestructura Áleph
La infraestructura del Colegio Áleph fue pensada bajo el concepto de gran taller, lugar donde manos, ideas y emociones se encuentran para construir conocimientos nuevos. Nuestras aulas buscan promover en los alumnos el trabajo autónomo, grupal e interdisciplinario. Encuentran dentro de ellas contextos variados de trabajo: diseño o construcción, lectura, gráfica y lenguaje, composición sobre luz, juegos de la vida práctica, matemática activa, estudio de la naturaleza, entre otros. Cada mañana los niños eligen un contexto de aprendizaje y trabajan ahí respondiendo a una pregunta de investigación o propuesta que da continuidad a diversas capacidades y conceptos que se están estudiando.
Aprendizaje profundo y significativo en secundaria

Un interesante análisis de cómo son las escuelas secundarias de vanguardia en Estados Unidos fue escrito este año por Jal Mehta y Sarah Fine, dos profesores de la universidad de Harvard, en el libro “In search of Deeper Learning, the quest to remake the American High School”
Los autores visitaron 30 secundarias, observaron 750 horas de clases y otros espacios de aprendizaje, entrevistaron más de 300 profesores, estudiantes, directivos, padres y funcionarios. Encontraron solo tres secundarias con aprendizajes profundos, en los que los propósitos declarados y las realidades de la experiencia escolar convergían, logrando que los estudiantes se sientan motivados para aprender. Algo así como lograr trasladar al horario escolar aquello que usualmente solo encuentra en los clubes o extracurriculares elegidos por los alumnos porque se centran en aquello que quieren aprender y de lo cual disfrutan. Trabajan en aprendizajes basados en proyectos en los que profundizan sus conocimientos, capacidades de investigación y desarrollan sus habilidades blandas como colaboración y solución creativa a problemas.
Encontraron que el aprendizaje profundo ocurría cuando se intersecan tres virtudes: logros (desarrollo de conocimientos y habilidades), identidad (involucramiento personal en lo que estaban estudiando) y creatividad (producir algo como consecuencia de su aprendizaje).
Estos colegios tienen una visión clara de lo que es la buena enseñanza, les dan a los estudiantes más sentido de propósito, opción de elección y experiencia de comunidad. Ponen la organización escolar al servicio de su visión, entendiendo que de la forma en la que los directivos tratan a los profesores éstos lo harán con los estudiantes. Suponen que los estudiantes son personas con propósito, curiosidad y capaces que tienen intereses que pueden ser cultivados si son tratados como personas responsables, por lo que les permiten elegir los proyectos y tomar control de su aprendizaje. Para ello usualmente tienen que esquivar las regulaciones oficiales buscando formalidades que permitan quedar bien con las métricas y requisitos oficiales mínimos sin renunciar a su proyecto escolar. Esto es posible porque esos colegios se ubican en los nichos en los que se encuentran promotores interesados en innovar y padres que buscan tal innovación.
En suma, si las autoridades alentasen tales iniciativas innovadoras podrían constituirse en una vanguardia escolar capaz de inspirar a todo el sistema tradicional.
Artículo publicado por León Trahtemberg.
¿Qué es realmente una revolución en educación?

Cuando se habla de una revolución educativa, hay quienes piensan que se trata de un nuevo currículo, tecnología, método, sistema de organización del horario, etc. que produce un mayor aprendizaje de los alumnos en las áreas tradicionales. Se habla del método Singapur, método finlandés, método Montessori, método Reggio, método Holístico, método Waldorf y tantos más. Para muchos son etiquetas difíciles de comprender y distinguir aunque sus promotores tienen un abanico de argumentos y evidencias para justificar su valía.
Quiero proponerles a los lectores dos criterios sencillos y transversales para que entiendan la gran diferencia entre la educación tradicional y la de vanguardia, a tono con los hallazgos de la psicología, pedagogía y neurociencias de estos tiempos:
1) Los niños no son pequeños adultos. Son personas completas que usan todos sus sentidos y potenciales para conectarse con el mundo y aprender, sea que tengan 1, 4 ó 8 años, o sea que como mayores tengan 25 ó 70 años. Funcionan igual, con la plenitud de su ser, experiencias y aprendizajes previos, con la totalidad de su vida sensorial, afectiva y socioemocional. Su disposición a prestar atención y aprender disminuye cuando están estresados o preocupados por otros asuntos. Aumenta cuando están motivados, curiosos e interesados en lo que se está trabajando. Disminuye en ambiente de conflictividad y tensión social. Aumenta en ambiente de cooperación y buen ánimo grupal.
2) Siendo así, el rol de la escuela no es enseñar (desde lo que el maestro, currículo o libro prescribe) sino crear condiciones para que el niño quiera aprender aquello que se considera relevante (partiendo de su curiosidad, deseos, motivaciones, condiciones socioemocionales específicas, talentos) para lo cual genera provocaciones que den pie a su interés por curiosear y aprender. En suma, el alumno no aprende cuando el profesor quiere sino cuando el alumno quiere. No depende del aparato didáctico del profesor, sino de su capacidad de alentar el encendido de los motores internos de los alumnos. Por eso, bajo el enfoque vanguardista, nunca dos clases son iguales, aunque el mismo profesor tenga varias secciones del mismo grado a su cargo el mismo día en el mismo colegio.
Al aprender el alumno no solo lo hará sobre lo que el maestro se propuso al prefigurar su clase, sino mil cosas más que no están en el radar docente pero que afectan sus juicios y su vida presente o futura, como por ejemplo: “qué hábil que es Ana”, “por qué el profesor -injusto- nunca le llama la atención a Miguel”, “qué difícil son las matemáticas”, “el maestro cree que soy idiota”, “me resulta fascinante armar robots, quisiera pasarme el día armándolos”, “quisiera conversar con el profesor Carlos, él me va a entender”, “cuando yo hablo nadie me hace caso”, “el profesor se enoja cuando lo contradicen”, “cada vez que digo algo mis compañeros se burlan de mi”, “en este colegio a nadie le importa lo que piensan los alumnos”, “cuando sea grande quisiera ser maestra como Dora, es genial”, “el profesor siempre nos anima a ser colaboradores con Gina, que tiene dificultades en la visión”; etc.
La verdadera revolución de la educación pasa por allí, no importa qué nombre le pongan al “método”. Es consciente que el niño desde que nace es un ciudadano que día a día aprende, se socializa, desarrolla sus emociones y capacidades en función de las experiencias de vida, siendo las que ocurren durante su vida escolar abundantes e impactantes porque dejarán huella para toda su vida. El reto de padres y profesores, es que esas huellas le permitan ser una persona buena, que disfrute de la vida, motivada para realizar sus capacidades y perseguir sus sueños, procurando su propia realización y el logro del bien común. Esa es la revolución educativa que empodera a todos los niños a ser constructores del mundo bueno en el que todos desearíamos vivir, que lamentablemente los métodos o abordajes tradicionales han resultado limitados para crear.
Aprendiendo en el Áleph
«El Colegio Áleph nace del sueño y la pasión de tres educadores con amplia experiencia por evidenciar que es posible implementar un proyecto educativo innovador, que esté a tono con los hallazgos más recientes de la pedagogía, neurociencia, psicología educacional y el cuidado de la salud mental de los niños y adolescentes. Que es capaz de lograr que los niños aprendan investigando y disfrutando, cultivando sus personalidades e inteligencias, respetando las diferencias. En ese sentido nace para ser un referente latinoamericano de la educación de calidad”.